domingo, 12 de agosto de 2012

¿Los Reyes no llevan juguetes a los niños pobres?


1. La situación.
Manu tiene siete años, su principal interés navideño se centra en los re­galos, por eso sus padres han traba­jado con él el sen­tido de la Navidad y el desarrollo de actitudes solida­rias. Su colegio organiza anualmen­te una campaña de recogida de ju­guetes para familias necesitadas. La pregunta era de esperar: "Mamá, ¿los Reyes Magos no llevan juguetes a los niños pobres?"

2. Las pistas.
• Es habitual que nuestros hijos vi­van la Navidad centrados en los re­galos que tradicionalmente "traen" los Reyes Magos. Sin embargo, he­mos de esforzarnos en recuperar con ellos el verdadero sentido de la Navidad: el mejor regalo nos lo ha hecho Dios haciéndose uno de nosotros. Y no hemos de hacerlo aburrido, porque si no será difícil que nuestros hijos se inclinen por él.
• Colocar el belén y el árbol de Na­vidad son dos de las actividades que más suelen atraer a nuestros pequeños. Por tanto, aproveché­moslas, dándoles la importancia que merecen.
• Podemos colocar el belén por pa­sos: preparar un día el escenario, contando a nuestros hijos algo de cómo podría ser la vida en un pue­blo de la época (pobreza, agricul­tura, vida rural. .. ); colocar otro día el pesebre con María y José, co­mo si estuvieran esperando al ni­ño; colocar también a los demás personajes del belén, como hacien­do su vida cotidiana; dejar para las vísperas de Navidad, o para la pro­pia Nochebuena, la colocación del niño Jesús y la adoración de los pastores; y, finalmente, hacer lle­gar a los Reyes Magos ante el pe­sebre, que antes podrían ir avan­zando por diversos lugares de la casa. Podremos ir desarrollando así, poco a poco, la historia de la Na­vidad con nuestros hijos.
• El árbol es una expresión de vi­da, hoja perenne, pero también, con sus luces y colores, de la alegría con que nos acercamos al naci­miento de Jesús. Un buen momen­to para colocarlo puede ser el ini­cio de las vacaciones escolares, es­timulando la ilusión de la espera de la Navidad.
• Ante la campaña publicitaria que rodea a la Navidad, podemos tra­bajar con nuestros hijos la concien­cia de moderación, el significado del regalo, el hecho de que el gran re­galo de Navidad es Dios que se nos da y la idea de que regalar es tam­bién darse, pero sin destruir por ello la ilusión, porque también tiene al­go del espíritu navideño. Aunque ha­bremos de trabajar en la familia la
idea de moderación, porque pue­den ser muchos los que quieran re­galar algo a nuestros hijos.
• Y podemos ayudar a los peque­ños a que tengan presentes a quie­nes no celebran la Navidad como nosotros. Sugerimos a nuestro hi­jo que incluya en su carta a los Re­yes Magos "algo" para las familias necesitadas. Si además participa­mos en alguna campaña de reco­gida solidaria de juguetes, mejor que mejor. Entonces, la pregunta estará servida: "¿es que los Reyes Magos no llevan juguetes a los ni­ños pobres?"

3. La respuesta.
"Hijo mío, hay muchos niños que no han podido estudiar y apren­der a escribir como tú, porque no hay escuelas allí donde viven o por­que tienen que trabajar, porque sus padres no tienen suficiente dine­ro para darles de comer. Además, en muchos lugares, tampoco hay carteros que puedan llevar las car­tas de los niños. Por eso es impor­tante que tú te acuerdes de ellos, y que hagamos entre todos algo para que ellos también vivan la ale­gría de la Navidad. ¿Te acuerdas cuando me regalas­te el día de la madre un dibujo he­cho por ti? Me gustó mucho. Les regalos son importantes, sobre to­do porque reflejan cariño, recuer­do y hacen importante al otro. Dios nos ha hecho importantes porque nos da como regalo a Jesús y nos enseña a abrir los ojos y a des­cubrir quién pasa necesidad a nuestro lado y nos invita a ser nos­otros regalo para otros. Hay ale­gría preparando los regalos y hay alegría recibiéndolos. Nos va­mos a unir a esta cadena de ale­gría que nace de entender que te­nemos un Dios que se hace re­galo, y por eso nosotros vamos a ser regalo para otros. Dios cuen­ta con nuestras manos para alegrar a los pobres.”
• No todo es esto, pero con esto y otras acciones (como vivir con actitudes realmente solidarias y apo­yar, económica y vitalmente, la cons­trucción de un mundo más justo) iremos abriendo el corazón de nues­tros hijos a actitudes verdaderamen­te solidarias y, por ello, verdade­ramente cristianas.
• No nos centremos en los regalos, o en el consumo, durante los días navideños. No hace falta tirar la casa por la ventana para celebrar la Navidad. Pero tampoco seamos descuida­dos y pasemos por la Navidad sin que se note en nuestras familias.
Revista “Catequistas” nº 184, Diciembre 2007