1.
La situación.
Manu
tiene siete años, su principal interés navideño se centra en los regalos, por eso
sus padres han trabajado con él el sentido de la Navidad y el desarrollo de actitudes
solidarias. Su colegio organiza anualmente una campaña de recogida de juguetes
para familias necesitadas. La pregunta era de esperar: "Mamá, ¿los Reyes Magos no llevan juguetes a los niños pobres?"
2.
Las pistas.
•
Es habitual que nuestros hijos vivan la Navidad centrados en los regalos que tradicionalmente
"traen" los Reyes Magos. Sin embargo, hemos de esforzarnos en recuperar
con ellos el verdadero sentido de la Navidad: el mejor regalo nos lo ha hecho Dios
haciéndose uno de nosotros. Y no hemos de hacerlo aburrido, porque si no será difícil
que nuestros hijos se inclinen por él.
•
Colocar el belén y el árbol de Navidad son dos de las actividades que más suelen
atraer a nuestros pequeños. Por tanto, aprovechémoslas, dándoles la importancia
que merecen.
•
Podemos colocar el belén por pasos: preparar un día el escenario, contando a nuestros
hijos algo de cómo podría ser la vida en un pueblo de la época (pobreza, agricultura,
vida rural. .. ); colocar otro día el pesebre con María y José, como si estuvieran
esperando al niño; colocar también a los demás personajes del belén, como haciendo
su vida cotidiana; dejar para las vísperas de Navidad, o para la propia Nochebuena,
la colocación del niño Jesús y la adoración de los pastores; y, finalmente, hacer
llegar a los Reyes Magos ante el pesebre, que antes podrían ir avanzando por
diversos lugares de la casa. Podremos ir desarrollando así, poco a poco, la historia
de la Navidad con nuestros hijos.
•
El árbol es una expresión de vida, hoja perenne, pero también, con sus luces y
colores, de la alegría con que nos acercamos al nacimiento de Jesús. Un buen momento
para colocarlo puede ser el inicio de las vacaciones escolares, estimulando la
ilusión de la espera de la Navidad.
•
Ante la campaña publicitaria que rodea a la Navidad, podemos trabajar con nuestros
hijos la conciencia de moderación, el significado del regalo, el hecho de que el
gran regalo de Navidad es Dios que se nos da y la idea de que regalar es también
darse, pero sin destruir por ello la ilusión, porque también tiene algo del espíritu
navideño. Aunque habremos de trabajar en la familia la
idea
de moderación, porque pueden ser muchos los que quieran regalar algo a nuestros
hijos.
•
Y podemos ayudar a los pequeños a que tengan presentes a quienes no celebran la
Navidad como nosotros. Sugerimos a nuestro hijo que incluya en su carta a los Reyes
Magos "algo" para las familias necesitadas. Si además participamos en
alguna campaña de recogida solidaria de juguetes, mejor que mejor. Entonces, la
pregunta estará servida: "¿es que los
Reyes Magos no llevan juguetes a los niños pobres?"
3.
La respuesta.
•
"Hijo mío, hay muchos niños que no han
podido estudiar y aprender a escribir como tú, porque no hay escuelas allí donde
viven o porque tienen que trabajar, porque sus padres no tienen suficiente dinero
para darles de comer. Además, en muchos lugares, tampoco hay carteros que puedan
llevar las cartas de los niños. Por eso es importante que tú te acuerdes de ellos,
y que hagamos entre todos algo para que ellos también vivan la alegría de la Navidad.
¿Te acuerdas cuando me regalaste el día de la madre un dibujo hecho por ti? Me
gustó mucho. Les regalos son importantes, sobre todo porque reflejan cariño, recuerdo
y hacen importante al otro. Dios nos ha hecho importantes porque nos da como regalo
a Jesús y nos enseña a abrir los ojos y a descubrir quién pasa necesidad a nuestro
lado y nos invita a ser nosotros regalo para otros. Hay alegría preparando los
regalos y hay alegría recibiéndolos. Nos vamos a unir a esta cadena de alegría
que nace de entender que tenemos un Dios que se hace regalo, y por eso nosotros
vamos a ser regalo para otros. Dios cuenta con nuestras manos para alegrar a los
pobres.”
•
No todo es esto, pero con esto y otras acciones (como vivir con actitudes realmente
solidarias y apoyar, económica y vitalmente, la construcción de un mundo más justo)
iremos abriendo el corazón de nuestros hijos a actitudes verdaderamente solidarias
y, por ello, verdaderamente cristianas.
•
No nos centremos en los regalos, o en el consumo, durante los días navideños. No
hace falta tirar la casa por la ventana para celebrar la Navidad. Pero tampoco seamos
descuidados y pasemos por la Navidad sin que se note en nuestras familias.
Revista
“Catequistas” nº 184, Diciembre 2007