sábado, 3 de noviembre de 2012

La Humanidad de Jesús



Lucas es el evangelista de la humanidad de Jesucristo. Y es cierto, pues, aunque todos los demás afirman la verdad de la humanidad de Jesús, Lucas tiene como un gusto particular en dibujar con especial detalle ante nosotros aquellos rasgos de Jesús que hacen que le sintamos especialmente cercano.
Esos rasgos tienen que ver especialmente con la misericordia y con la frecuente alusión a los sentimientos de Cristo, comenzando por esa misma compasión, esas entrañas de amor hacia los pobres, los excluidos y los pecadores. El resultado es un retrato profundo y verosímil del alma del Señor, como si de un amigo muy próximo se tratara.
Evidentemente, al escribir así Lucas tiene en mente a los primeros destinatarios de su texto. Según sabemos, y nos lo recuerda Pablo, el mismo Lucas era pagano de origen y la comunidad a la que dirige su escrito debió de tener una gran mayoría de paganos. Ahora bien, es sabido que los judíos trataban con inmenso desprecio a los paganos, a quienes consideraban impuros y pervertidos.
Pablo, que dedicó lo mejor de sus energías de apóstol a predicar entre los paganos, lo recuerda discretamente en su Carta a los Efesios: "Recordad, pues, que en otro tiempo vosotros los gentiles en la carne, llamados incircuncisión por la tal llamada circuncisión, hecha por manos en la carne, recordad que en ese tiempo estabais separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel, extraños a los pactos de la promesa, sin tener esperanza, y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros, que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido acercados por la sangre de Cristo" (Ef 2,11-13).
En este sentido es entendible que Lucas, que se dirige a estos perpetuos excluidos, subraye con mayor vigor aquellos aspectos de Cristo que muestran más eso mismo que escribió Pablo. Y es una bendición que Lucas haya acompañado a Pablo y haya tenido en sí mismo la experiencia de ser acogido con entrañas de misericordia.