lunes, 25 de febrero de 2013

Los Sacramentos



Naturaleza
            Como el amor es algo que no es fácil de demostrar, ya que es invisible e interior, como invisible es Dios, se necesita descubrirlo por medio de signos, que son realidades que el hombre puede entender y ver. Por ejemplo, no basta con sentir o pensar que se ama a alguien, hay que demostrarlo con palabras y gestos para que el otro se sienta amado.
            En el sentido etimológico, la palabra latina “sacramentum” es un sustantivo que se deriva del adjetivo “sacer” –“sacra”– “sacrum” que significa algo que santifica (“res sacrans”) y equivale en griego a la voz “misterio” (cosa oculta, sacra, o secreta). En ellos se realiza la acción oculta de Dios que se revela en cada acto donde existe un compromiso del hombre frente a Dios.
             Jesucristo instituye los sacramentos que “son signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por los cuales nos es dispensada la vida divina” (Cat. n.1131). Ellos son un puente entre Dios y el hombre, donde se obtiene plena comunicación. Son signos sensibles de una realidad sagrada, espiritual, invisible y trascendente. Mediante ellos, nos unimos a Dios y participamos –de manera misteriosa y real– de la vida divina. Poseen una “eficacia” sobrenatural que hace posible que Dios actúe. No son algo que significa que Dios nos ayuda, sino que en ellos, gracias a ellos Dios actúa.
            Lo que Cristo da en los sacramentos, por medio de la Iglesia y sus ministros, tiene su fundamento en los misterios de la vida de Cristo. Los sacramentos son las obras maestras de Dios.
            La Iglesia – sacramento universal de salvación – es el signo visible de la presencia de Cristo presente entre los hombres. Cristo le da a su Iglesia los sacramentos –“maravillas de Dios”– y estos hacen que ella cumpla con la misión de santificar, distribuyéndolos a los fieles, como camino hacia la santificación.
Necesidad
                Al ser los sacramentos un medio de comunicación entre el hombre y Dios, así como medios de salvación, debemos de preguntarnos sobre la necesidad que tiene el hombre de recibirlos.
            Sabemos que Dios puede comunicar su gracia de muchos modos, pero conociendo al hombre, consideró que la institución de los sacramentos era conveniente, para que de este modo el hombre participara de lo que ocurría de manera invisible por medio de elementos visibles.
            La Iglesia afirma que los sacramentos son necesarios para la salvación porque contienen la ayuda de Dios que nos hace posible la santidad. Especialmente el Bautismo, que es el que nos abre las puertas a todos los demás sacramentos.
            Los sacramentos son medios para recibir la gracia (la ayuda, la vida de Dios), y obtener la salvación, por lo tanto, todos los hombres tienen necesidad de recibir la mayoría de ellos.
            Hemos dicho que para todos es necesario el Bautismo (Cfr. Dz. 388, 413, 996). La Reconciliación es necesaria para los que hayan pecado mortalmente, después de recibir el Bautismo. La Eucaristía también es necesaria para quienes hayan llegado al uso de razón. Todos los demás sacramentos acrecientan la gracia, por tanto sería muy conveniente recibirlos. Pero, no todos los sacramentos son necesarios para todas las personas, algunos de ellos responden a un llamado especial de Dios, y ese llamado no es para todos. Ejemplo: el sacramento del Orden, o el sacramento del Matrimonio.
Cristina Cendoya de Danel