martes, 26 de febrero de 2013

Cada momento de la Santa Misa



Son bastantes las personas que "asisten" a misa sin saber exactamente como vivir cada momento de la celebración. Sin embargo, sólo esta participación personal puede hacer de cada Eucaristía una experiencia viva, capaz de alimentar la vida del creyente.
El canto de entrada y el saludo del sacerdote nos ayuda a "entrar" en el clima de la celebración. Atrás queda una semana de trabajos y preocupaciones. Ahora me encuentro junto a otros creyentes como yo. Juntos vamos a vivir esa experiencia que nos desea el que preside. Quiero acoger la gracia de Cristo, recordar el amor del Padre y sentirme unido a los demás por la comunión del Espíritu Santo.
Entramos ahora en el rito penitencial. Unos breves momentos para recordar que también a lo largo de esta semana he sido egoísta y mediocre. "Señor, ten piedad".
Me acerco a Ti buscando tu gracia y tu perdón.
La Liturgia de la Palabra es el momento de sentarme para escuchar la Palabra de Dios.
Todos los días veo la televisión, escucho la radio, leo los periódicos y hablo con la gente. Pero necesito escuchar algo diferente. ¿Qué me quiere decir Dios? Llega la lectura del Evangelio. Me pongo de pie. Quiero estar atento a las palabras de Jesús. Me pueden ayudar a vivir la próxima semana de forma más humana y esperanzada. Eso es lo que intenta, también, la homilía, las palabras del sacerdote: "Aplicar la Palabra de Dios a nuestra vida y, darle un sentido transmitiéndola con la luz del Espíritu de Jesús".
Después de escuchar la Palabra de Dios, y su actualización, recitamos el Credo. Es un gesto importante de la comunidad creyente. Todos los domingos, puestos de pie, confesamos nuestra fe. También yo. No puedo detenerme en cada frase, pero quiero sentirme creyente, a pesar de mis dudas y de mi debilidad. "Creo Señor, pero ayuda mí poca fe".
Después de la presentación de las ofrendas, comienza la Plegaria Eucarística, el momento central de la Misa. El sacerdote nos invita a levantar el corazón para dar gracias a Dios. Quiero hacerlo de verdad. Es bueno, es justo y necesario darte gracias siempre y en todo lugar a Ti, Padre Santo y Bueno. A veces no acierto a creer, pero no quiero que se me pase la vida sin darte gracias por la creación, por mi vida, por Jesucristo nuestro Salvador. Es lo más grande que puedo hacer este domingo.
Se acerca el momento de la comunión. Quiero prepararme bien. Voy a cantar el Padre nuestro sintiéndome más hermano de todos. Luego haré el gesto de la paz. Quiero vivir dando mi mano a todos, buscando siempre la unión y la paz. Sólo entonces me acercaré a comulgar. Sé que no soy digno, pero el Señor me entiende. Necesito sentirme reconfortado y fortalecido interiormente. Le necesito a Cristo cerca, dentro de mí. Quiero acogerle en mi vida.