El
episodio que tiene por protagonista a la Magdalena está dedicado al creyente
singular o, mejor dicho, al no creyente que se convierte en creyente;
representa al hombre, a la persona desconfiada y remisa frente al evento de la
resurrección.
Los
textos evangélicos no hablan casi nunca de la Resurrección en sí misma ni de su
significado sino más bien de la forma en la que ciertos discípulos se
percataron de lo sucedido, de algún encuentro con el Resucitado.
El
evangelista Lucas (8,1-3) da buena cuenta de que María Magdalena está presente
en la vida pública de Jesús. Es la primera en ser recordada y se halla al mismo nivel que los discípulos. No sabemos
qué significa exactamente “de la que habían salido siete demonios”. Algunos
exégetas suponen que se trata de demonios impuros, es decir, del ejercicio de
la prostitución; otros hablan de agotamiento nervioso, de una grave forma de
depresión, de pérdida del gusto por la vida, voluntad de suicidio, anorexia. En
cualquier caso, se había librado de todo ello, salvada por Jesús, y le estaba
muy agradecida. Sin ninguna duda, su liberación no había sido cosa de poco:
¡siete demonios son muchos! La dimensión simbólica del número evoca
evidentemente un gran milagro.
Ha sido
emparejada, y algunas veces incluso identificada con la pecadora de casa de
Simón, una mujer que, llena de audacia, pisoteando toda forma políticamente
correcta de actuar, entra en la casa sin pedir permiso, se arroja a los pies de
Jesús , se los lava, se los seca con sus cabellos y después llora sobre Él.
Desde luego, realiza un gesto indudablemente excesivo y extraño, incluso algo
perturbador (Lc 7,37-38)
También
las “Marías” de Betania han sido asimiladas a María de Magdala, porque
realizaron un gesto parecido al suyo: vertieron un frasquito de aceite
perfumado sobre Jesús.
Todas
estas actitudes han sido puestas en relación con la figura de María de Magdala,
y con toda razón. Ella también, en efecto, buscó a Jesús con una pasión
inexhausta, con una perseverancia invencible, y como consecuencia es una figura
que va en busca de Jesús y del Señor Resucitado.
Carlo M.
Martini