Maestro y discípulo caminan por los desiertos de
Arabia. El maestro aprovecha cada momento del viaje para instruir al discípulo
sobre la fe.
—Confía tus cosas a Dios —dice él— Dios jamás
abandona a sus hijos.
De noche, al acampar, el maestro pide al discípulo
que ate los caballos a una roca cercana. Él va hasta la roca, pero recuerda las
enseñanzas del maestro: «Me está poniendo a prueba —piensa—. Debo confiar los
caballos a Dios.» Y deja los caballos sueltos. Por la mañana, el discípulo
descubre que los animales han huido. Enfadado, busca al maestro.
—No sabes nada sobre Dios—protesta—. Le encomendé a
Él el cuidado de los caballos. Y los animales no están allí.
—Dios quería cuidar de los caballos —responde el
maestro—. Pero, en aquel momento, necesitaba tus manos para atarlos.
“Reza como
si todo dependiera de Dios. Trabaja como si todo dependiera de ti”. San
Agustín.
Tomado del libro: “Maktub”. Paulo Coelho