En el
libro del Papa La infancia de Jesús ahora algún “listillo” de turno ha
reparado y ha aireado a los cuatro vientos que se atribuye a la antigua
Tartesos (quizás la actual Huelva) la procedencia de los Magos.
En el
capítulo cuarto, página 102 de La infancia de Jesús, su autor, que
–dicho sea de paso- no escribe como Papa sino como teólogo, se pregunta por la
identidad y el origen de los Magos. Analiza cuatro acepciones del término
“mago” y reflexiona, a continuación, sobre su origen a tenor de la Sagrada
Escritura y de los correspondientes estudios bíblicos, históricos y
científicos. En una de estas fuentes, el Salmo 72, 10, se menciona Tarsis, y se
sugiere una identificación de “Tarsis con Tartesos, en España”. Sin embargo,
Joseph Ratzinger-Benedicto XVI no solo no abunda en la idea, sino que, a
renglón seguido, y con un “pero” adversativo por delante, señala que la
tradición “ha desarrollado ulteriormente
este anuncio de la universalidad de los reinos de aquellos soberanos,
interpretándolos como reyes de los tres continentes entonces conocidos: África,
Asia y Europa”. Y en un posterior y luminoso paso, sintetiza la enseñanza
esencial: “Queda la idea decisiva: los
sabios de Oriente son un inicio, representan a la humanidad cuando emprende el
camino hacia Cristo, inaugurando una procesión que recorre toda la historia”.
Y concluye: “Representan el anhelo
interior del espíritu humano, la marcha de las religiones y de la razón humana
al encuentro de Cristo”.