martes, 4 de diciembre de 2012

Los reyes magos



Se pregunta Benedicto XVI: “¿Quiénes eran los Magos?”. Analiza cuatro acepciones del término “magos”. Esa palabra – “magos” – se aplicaba en ese momento a cuatro categorías de personas: 1) A los sacerdotes persas. 2) A hombres dotados de saberes y poderes sobrenaturales. 3) A los brujos. 4) A los embaucadores y seductores.
Los Magos de los que habla San Mateo parecen pertenecer al ambiente religioso y filosófico persa. Quizá eran astrónomos. En cualquier caso, eran sabios, buscadores de la verdad y del verdadero Dios.
La tradición de la Iglesia – así como ha llegado al pesebre del buey y del asno leyendo Isaías 1,3 – ha llegado a los Reyes Magos leyendo el Salmo 72,10 e Isaías 60. “Y de este modo – escribe el Papa – los hombres sabios de Oriente se han convertido en reyes, y con ellos han entrado en el pesebre los camellos y los dromedarios”.
¿Qué decían esos textos del Antiguo Testamento? Que esos sabios venían desde el extremo de Occidente: “los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo” (Salmo 72,10). E Isaías dice: “Caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora” (Isaías 60,3).
Se menciona Tarsis y se sugiere una identificación de Tarsis con Tartesos, en España, pero nada más. El Papa señala asimismo que la tradición “ha desarrollado ulteriormente este anuncio de la universalidad de los reinos de aquellos soberanos, interpretándolos como reyes de los tres continentes entonces conocidos: África, Asia y Europa”.
También se ha relacionado a los tres reyes con las tres edades de la vida del hombre: la juventud, la edad madura y la vejez.
Pero el mismo Joseph Ratzinger sintetiza la enseñanza esencial: “Queda la idea decisiva: los sabios de Oriente son un inicio, representan a la humanidad cuando emprende el camino hacia Cristo, inaugurando una procesión que recorre toda la historia”. Y concluye: “Representan el anhelo interior del espíritu humano, la marcha de las religiones y de la razón humana al encuentro de Cristo”.