Jesús
tenía amistad con personas que pensaban diferente. Jesús sintió admiración por
la fe del centurión pagano y la consideró mayor aún que la fe que había en su
propio pueblo. Se admiró de la mujer pagana que esperaba de él la salvación más
de lo que la esperaba de su propio entorno inmediato. Jesús mantuvo importantes
conversaciones con miembros del sanedrín. Ellos tenían ante él una actitud
crítica y de rechazo. También su amistad con José de Arimatea, que le puso a
disposición su tumba y junto con Nicodemo se ocupó de la unción y sepultura del
cadáver. No es casual que el ladrón crucificado a la derecha y el centurión
romano al pie de la cruz sean poderosos testigos de la importancia de Jesús.
Ellos pusieron la esperanza en Jesús.
C. M.
Martini