García Fernández, M. “Catequistas” nº 215,2011 Noviembre
Antes de
preguntarnos: ¿Quién es la Biblia?, es necesario que nos planteemos la cuestión:
¿te puedo creer? Ya que si partimos de que la Biblia no dice la verdad y, además,
está escrita para «comer el coco», pues ¡apaga y vámonos! Por eso, aquí abordamos
tres interrogantes sobre su fiabilidad.
¿Hasta qué punto se ha utilizado la Biblia para
«someter» a sus seguidores?
De lo que
hasta ahora tengo conocimiento, la Biblia no ha sido escrita para «someter» a
nadie. Otra cosa es que en algún momento de la historia haya habido
interpretaciones un tanto fundamentalistas de sus páginas y que estas hayan
hecho incurrir en errores o condenas que no han sido justas ni acertadas.
En lo que se
refiere a los primeros siglos del cristianismo, sabemos que a la par que los
Evangelios y Epístolas del NT, circulaban toda una serie de escritos -que hoy
denominamos apócrifos- que también leían los miembros de las comunidades
cristianas y que convivían con los escritos canónicos (aquellos que forman
parte de la Biblia). Si realmente se hubiera querido imponer una sola idea, se
hubiera eliminado toda esta literatura.
De hecho, hubo
intentos dentro de la misma Iglesia que no cuajaron. Tal es el caso de un tal
Marción que en el siglo II propuso eliminar el AT -ya que en este aparecía la
figura de un Dios violento- y dejar únicamente el Evangelio de Lucas. Si
hubiéramos seguido a Marción, hubiéramos tenido menos problemas. Sin embargo,
la comunidad cristiana reaccionó contra esta doctrina. De ahí se deduce, que
la Iglesia no utilizó la Escritura para «someter» a los cristianos. Hubiera
sido más lógico seguir lo que proponía Marción.
La pretensión
de credibilidad de la Biblia no se distancia de la que pueden tener otros
libros. Es decir, cuando alguien escribe algo, es porque busca comunicar un
mensaje y, en este sentido, busca «persuadir» sobre la verdad de lo que dice
para que otros se adhieran. Dicha pretensión es lícita. Otra cosa es utilizar
la fuerza, la violencia o la mentira para imponer tus ideas.
El
cristianismo primitivo fue una propuesta. Incluso una propuesta un tanto
contradictoria y en inferioridad de condiciones. San Pablo dice en la carta a los
Corintios que la cruz resulta necedad para unos y escándalo para otros.
Realmente anunciar a un crucificado no era una doctrina muy convincente y, por
ello, resulta extraño que se quisiera «comer el coco» a nadie con una
argumentación tan débil y, encima, por una comunidad cristiana perseguida.
¿Como sabemos que la Biblia no es una «bola»?
Sabemos que la
Biblia no es una “bola2 de la misma manera que sabemos que Gran Bretaña es una
isla o que el mundo es redondo y no cuadrado, o que Edurne Pasaban llegó a la
cima del Everest.
Hay muchas
cosas que nosotros aceptamos como verdaderas y que no nos hemos molestado en
comprobarlas. Gracias a Dios, también la ciencia se apoya en ese principio
básico que es el de la confianza, Ya que, si tuviéramos que comprobar todo, no
podríamos vivir ni avanzar.
Me resulta
difícil pensar que alguien se haga la prueba del ADN para saber si, con los
que convive, son sus padres. Existe una historia, la de nuestra infancia, que
otros nos han contado y que hacemos nuestra sin más. Nos dicen que somos el de
la foto y nos lo creemos.
Además, un
mismo hecho no se vive por todos de igual manera. Dice el refrán español que
«cada uno cuenta la feria según le va en ella». Y esto no significa que «nos
inventemos la feria» o que sea mentira lo que contamos. Existe una dimensión
interpretativa de la realidad.
La misma
ciencia con el principio de incertidumbre de Heissenberg, reconoce algo
parecido y es que ninguna observación es puramente objetiva, EI sujeto
siempre interviene en la observación y, por tanto, introduce elementos
subjetivos. Lo cual es una verdad de Perogrullo.
Pero volviendo
a nuestro tema, la Biblia es un libro escrito por creyentes y para creyentes.
Su transmisión se rige por un principio de confianza y esta no es igual a que
sea una «bola». Si la Biblia hubiera sido una mentira, seguramente no hubiera
sido acogida por un colectivo de gente que en esos escritos vía reflejado lo
que pasó.
Otra cosa es
la interpretación que sobre un mismo acontecimiento se hace. Ahora bien, ya en
los Evangelios se encuentran recogidas las distintas y dispares lecturas, así
como las diferentes consecuencias que sacan los fariseos, saduceos o, los
mismos discípulos, sobre la persona de Jesus, sus milagros o su doctrina.
Desde mi punto
de vista, este dato junto con otros, como es mostrar las debilidades de sus
protagonistas -por ejemplo, el caso de las negaciones de Pedro o de las
aspiraciones de los hermanos Zebedeo- es un criterio de veracidad. Nadie que
quisiera mentir o quedar bien con el personal, hubiera dejado constancia
escrita de los trapos sucios y flaquezas de sus dirigentes.
¿Donde están las pruebas científicas?
La cuestión me
hace recordar a un profesor que, cuando le preguntaban donde se encontraba el
manuscrito original de Isaías, respondía: «En la misma estantería que los de
Aristóteles, Platón y Seneca». Con ello quería decir que, como todas las obras
antiguas, no poseemos los originales. Contamos con copias de copias.
Siguiendo su
ejemplo, a la pregunta «¿dónde están las pruebas científicas?», tendría que
responder: «en el mismo dossier que se encuentran las pruebas de los documentos
mesopotámicos y egipcios», Ahora bien, comprendo que esto no es una respuesta
si no devolver la pelota al otro campo. Por eso, vayamos por pasos
¿Que disciplinas científicas se aplican al estudio de
la Biblia?
* La arqueología ayuda a verificar si sucedieron algunos de los acontecimientos
narrados en la Biblia. Por ejemplo, la destrucción de Jerusalén. Si se
encuentra que en el estrato del siglo VI a. C. hay muchas cenizas, se puede
suponer que hubo un asedio. Ahora, también se puede pensar que hubo un incendio
causado por la comida que se le quemó a una vecina. Por tanto, los datos
arqueológicos igualmente se interpretan.
Hay cosas que
pueden verificarse por la arqueología y otras que no y eso no significa que no
existan. Así, el matrimonio de un rey o el amor. Además, aunque no haya pruebas
sobre un hecho, no puede concluirse que no sucediera. Se podrían encontrar más
tarde.
* La historia
funciona comparando lo que está en la Biblia con otros documentos así llamados
«históricos». Por ejemplo, si en otras listas aparecen reyes de la Biblia, es
fácil pensar que existieron; también Jesus, nombrado por historiadores romanos.
Sin embargo,
habría que matizar que se entiende por historia. Pues presionados por un faraón
o por un emperador las batallas se ven de manera muy distinta. Es como animar
al Real Madrid junto a los hinchas del Barca.
Es más, estos
«documentos» también están marcados por su tradición religiosa. En aquella
época era inconcebible colgar la religión en el perchero. Los documentos
egipcios, griegos o romanos presentan una visión «teológica» e «ideológica» de
la realidad. No son neutrales.
* La critica textual. Ya hemos dicho que, tanto para la Biblia como para
Platón, Aristóteles, etc., no contamos con los originales de las obras, si no
con copias de copias. ¿Qué hace la critica textual?
En caso de que
el manuscrito esté dañado, busca reconstruir el texto. Esto es, si hay un
agujero intenta «imaginar» lo que había escrito. Y, segundo, en el caso, de
que tengamos varios manuscritos con variantes, la crítica textual determina
cual podría ser la versión más auténtica.
Como en las
otras disciplinas, tampoco aquí son matemáticas. Pues no nos encontramos en el
ámbito de las ciencias exactas. Ahora bien estos mismos instrumentos “científicos”
son los que se utilizan en otros ámbitos. Con la misma legitimidad que ellos lo
utilizan, lo hace el estudio bíblico.