Marta GARCÍA FERNÁNDEZ
¿Qué son los
libros apócrifos?
Una primera definición de libros apócrifos se hace en
oposición a los libros canónicos. Si los libros canónicos son los que están en
nuestras Biblias, los apócrifos no lo están.
Ahora bien, esta definición no dice mucho. Busquemos una
un poco más exhaustiva: denominamos libros apócrifos a la literatura judía o
cristiana referida a un personaje del AT o del NT -sea como autor o como
protagonista- y escrita entre el 200 a. C y el 500 d. C
Dentro de este «los apócrifos» hay un conglomerado tremendo
de textos. De los que más hemos oído hablar son de los Evangelios apócrifos,
pero también existen un considerable número de apócrifos del AT. Por ejemplo, el Apocalipsis o el Testamento de Abraham,
los Salmos de Salomón, el Testamento de los doce patriarcas, etc.
Respecto al NT, los más numerosos y conocidos son los
Evangelios (El evangelio de Santiago, el
de Tomás, el de Felipe, etc.). También hay Hechos como los Hechos de Pablo y Epístolas como la Correspondencia entre Pablo y Seneca.
¿Cómo y por que
surge la literatura apócrifa?
Como siempre es muy arriesgado dar una respuesta general,
pues peca de simple. Por eso, voy a centrarme más en los apócrifos del NT,
aunque también son muchos y lo que voy a decir no vale para todo.
Si bien hay algún apócrifo que no muestra ninguna
relación con los textos del NT -y, por tanto, es presumible que no los
conociera o que fuera escrito en esa misma época-, la mayor parte están
conectados con los relatos bíblicos.
¿En qué sentido? En que se ve claramente que nacen por
una duda o cuestión que ha provocado la lectura o la escucha de los mismos
relatos bíblicos. Voy a poner un ejemplo para que nos entendamos.
Los relatos de Mateo y Lucas de la infancia son muy
parcos y, al escucharlos, a la gente le surgirían una multitud de preguntas: ¿Cómo
se llaman aquellos sabios de Oriente? ¿Y los padres de la Virgen Maria? ¿Cómo
sería el niño Jesús de pequeño? ¿Y María?, etc.
No, no os creáis que es broma. Los nombres de Melchor,
Gaspar y Baltasar así como el de los padres de la Virgen, Joaquín y Ana, nos
vienen de ahí. Pensad que en la evangelización, la gente se haría miles de preguntas
y los cristianos no tenían cada uno su Biblia.
Es más, ellos tuvieron que ingeniárselas para adaptar la
Buena Noticia a la sensibilidad de cada cultura y, de este modo, hacerla
atractiva. Es, por tanto, fácil que surgiera este tipo de literatura como una
forma de catequesis que ayudaba a asimilar los contenidos más doctrinales.
Otros Evangelios se ve que nacen como una explicación de
alguna cosa que no está suficientemente clara. Así el Evangelio de Bartolomé es una especie de aclaración o
profundización de la identidad de este personaje cuyos datos aparecen poco
nítidos en los relatos bíblicos.
¿Cuál es el
motivo por el que los apócrifos no forman parte del canon?
¿Eran heréticos? No siempre. Hubo algunos que se
rechazaron porque sí eran contrarios a la doctrina cristiana, pero la mayoría
no.
¿No eran inspirados? No tiene por qué. Todos los libros
canónicos son inspirados, pero este criterio no se puede aplicar a la inversa.
Por ejemplo, lo que escribe el Papa, las obras de Santa Teresa o libros de los
primeros siglos como el Pastor de Hermas y la Diaché se consideran inspirados
pero no forman parte del canon.
Un primer criterio
para que un libro sea canónico es que tiene que ser de esa época. En el caso
del NT de los dos primeros siglos. Sin embargo, ya hemos visto que el Pastor de
Hermas y la Didaché eran de esta época y no entraron a formar parte del canon.
Un segundo
criterio es que tienen que tener un origen apostólico, es decir, que se
atribuya directa o indirectamente a alguno de los apóstoles. También eso es complicado,
porque algunos libros apócrifos aparecen referidos a los apóstoles.
EI tercer criterio
es que su doctrina tiene que ser conforme al credo cristiano. Ya hemos dicho
que algunos apócrifos eran heréticos, pero la mayoría no.
El cuarto es
que tenían que tener un uso litúrgico. Eso es, que se leyeran en las asambleas
cristianas. Pero también la Didaché parecía tener este uso.
Como veis la cosa no es tan fácil. Si os parece bien,
intento completar la respuesta en la siguiente pregunta.
¿Cuando se
organizó la Biblia tal y como la conocemos ahora?
Esta pregunta que me habéis hecho puede entenderse de otra
manera, pero aquí voy a decir que fue en 1546 cuando el Concilio de Trento definió
los libros que forman parte de la Biblia católica.
¿Por qué mi Biblia tiene más libros que otras Biblias?
Seguramente
porque tu Biblia es católica y en Trento se decidió el canon de la Biblia católica.
La Biblia hebrea y la de las Iglesias protestantes tienen otro canon. Es
decir, no coincidimos del todo en los libros que pensamos han de ser normativos
para nuestra fe.
Para el AT:
tanto la Biblia Hebrea como la protestante no añaden los libros escritos en
griego IIamados deuterocanónicos: Tobías, Judit, 1 y 2 Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico
y Baruc.
Para el NT: los
católicos aceptan los 27 libros. Las Iglesias protestantes no consideran canónicos:
Hebreos, Santiago, Judas, 2 Pedro, 2 y 3 Juan y Apocalipsis.
Como veis, la cuestión de por qué unos sí y otros no, tardo
mucho en resolverse. Los criterios que antes os he expuesto fueron tenidos en
cuenta, pero con el pasar de los siglos el uso litúrgico y la lectura de los textos
en las asambleas era mucho más evidente.
Muchos libros apócrifos, con el pasar de los tiempos, se
fueron dejando porque la comunidad no se veía en ellos, pues no veía expresada
su fe. Quizás, porque algunos respondían a inquietudes y sensibilidades de
comunidades particulares o de la época.
EI caso es que se fueron relegando. Muestra de ello es
que existen muchas menos copias de estos manuscritos. Como pasa ahora, si un
libro interesa se siguen haciendo ediciones, pero si se deja de comprar a los
editores no les interesa hacer más.
Después de dieciséis siglos, la historia fue cribando
aquellos libros que la Iglesia considero como normativos para su fe; y se relegaron
otros que hicieron época pero que fueron paulatinamente cayendo en desuso.
Ahora bien, esto dicho en general, pero habría que matizar más.
¿Quedan más
textos por descubrir? ¿Qué pasaría si se descubrieran?
Pues eso no lo sabemos, pero probablemente puede quedar
alguno por descubrir. Bueno no es del todo así, tenemos listas de libros. Por
tanto, sabemos que existieron pero no se han encontrado todavía los
manuscritos.
Además, habría que diferenciar el descubrimiento de manuscritos
que son copias de los que ya tenemos del hecho de que aparecieran nuevos
textos, incluso que no estuvieran en estas listas, por ejemplo otra carta de
Pablo. Entonces, ¿qué pasaría?
Pues sinceramente no lo sé, pero creo que no llegaría a
formar parte del canon. ¿Por qué? Porque si, como hemos dicho, un criterio es
que hayan alimentado la vida de las comunidades de la Iglesia y durante veinte
siglos hemos pasado sin este texto, aunque fuera de Pablo y por tanto
inspirado, lo más lógico es pensar que no entraría a formar parre de la Biblia.
Canon
Canon de la Biblia
significa los libros que la comunidad cristiana católica, en nuestro caso,
admite como normativos para la fe.