viernes, 26 de octubre de 2012

La fe cristiana



La fe cristiana no es solo ni principalmente aceptar una serie de creencias propuestas por la Iglesia. Es, ante todo, un encuentro y un compromiso con la persona de Cristo resucitado, que transforma y compromete la vida entera. Sin esta transformación y compromiso no puede hablarse de fe. El cristiano no cree en “algo”, en dogmas, verdades o doctrinas. Cree en “alguien”. Las cosas no pueden llenar el corazón. El conocimiento de muchas y grandes verdades puede dejar a uno vacío. Sólo el encuentro amoroso puede satisfacer al ser humano.
                Sin duda, la fe cristiana tiene unos contenidos, pero hay que dejar muy claro que la confianza del creyente se dirige, ante todo y sobre todo, a una realidad personal. En la fe no se trata de un conocimiento de verdades o dogmas, sino de un encuentro personal con el Dios vivo. Como dice Benedicto XVI, “no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”. Esta Persona es Jesús de Nazaret, Palabra hecha carne, que nos ha contado la intimidad de Dios y por medio del cual podemos llegar hasta el Padre.
                Como dice la carta a los romanos, hay que confesar con la boca que Jesús es el Señor, y para confesar hay que conocer, pero también hay que acoger este conocimiento en el corazón, para que transforme nuestra vida, pues “con el corazón se cree y con los labios se profesa” (Rm 10,10).