Voltaire,
ateo, autor francés, humanista, racionalista (1694 – 1778), proclamó, mientras
mantenía una Biblia en alto con su mano: «En 100 años este libro será olvidado
y eliminado…». Poco tiempo después de su muerte, la residencia privada de
Voltaire se convirtió en la casa matriz de la Sociedad Bíblica de Génova,
constituyéndose en el mayor centro de distribución de Suiza, de la misma Biblia
sobre la que él había anunciado un rápido final.
En tiempos antiguos, los libros eran
copiados a mano en manuscritos que eran de pergaminos y con el tiempo se
deterioraban. Hoy tenemos libros antiguos pues alguien ha hecho copias
partiendo de los libros originales con el fin de preservarlos. Por ejemplo, los
escritos originales de Julio César ya no existen. Sabemos que él escribió por
las copias con que contamos hoy en día. Solo se conservan 10 copias, y fueron
hechas 1.000 años después de que Julio César había muerto. De la «Ilíada», de
Homero, solo tenemos 600 copias, y fueron hechas 1.300 años después de que los
originales fueran escritos. Ningún otro libro tiene tantas copias de los manuscritos
antiguos como la Biblia. Hoy en día, contamos con más de 24.000 copias de
manuscritos del Nuevo Testamento, algunas de ellas hechas 35 años después de la
muerte del autor.