jueves, 4 de octubre de 2012

¿Existe Dios?



En nuestra vida diaria nos encontramos personas que de una u otra forma se hacen y nos hacen esta pregunta. Esta cuestión puede ser formulada en distintos momentos: momentos de dolor, de confusión, de soledad o de abandono, pero el interrogante siempre es el mismo.
                Los creyentes tenemos el deber de facilitar la respuesta personal a este interrogante. Tenemos que hacerlo con nuestra vida, con nuestro ejemplo, con nuestra cercanía con Dios, con nuestra confianza en la Palabra y, sobre todo, con el amor a los demás. Pero no es menos cierto que también tenemos que dar con humildad y con íntimo convencimiento, nuestra respuesta a la gran pregunta sobre la existencia de Dios.
¿Si Dios existe por qué no se le ve?
                En la vida existen muchas cosas que existen y no se ven, por ejemplo: el frío, el calor, la salud, el oxígeno, las ideas, los pensamientos, los sentimientos, la enfermedad, el dolor, la felicidad, el amor, etc. etc. Los ejemplos que podemos poner serían interminables. En la existencia humana son más las cosas que existen y no se ven que al contrario.
                En realidad "tener fe" no es algo solamente referido a Dios. El ser humano vive constantemente actos de fe en su vida diaria. Tener fe es confiar en lo que no vemos y eso lo hacemos cada día y en cada momento.
                Una persona va a realizar un viaje en avión. Compra el billete, se sube al aparato y no pide más garantías de ningún tipo. Ni sabe quién es el piloto ni el mecánico, ni mucho menos sabe de su pericia No sabe el estado del aparato ni de sus fallos técnicos. No conoce la situación emocional y física de la tripulación; pero la persona hace un acto de fe, (confía) en que todo irá bien y pone de esta forma su vida y su cuerpo en manos de unos desconocidos.
                Vas a un bar y pides un café. Al poco tiempo te traen un líquido negro en una taza o vaso y haces un nuevo acto de fe (confías), ya que no tienes ninguna prueba ni científica ni técnica que el contenido del mismo sea el café solicitado. Te lo tomas porque confías que no hayan introducido en tan negro líquido un poderoso veneno.
                Vas a cruzar un paso de peatones. Haces de nuevo un inmenso acto de fe. Confías que los coches se pararán y te dejarán pasar sin mayores dificultades. Nadie te ha garantizado ni científica ni técnicamente que los conductores van a respetar esa regla de circulación, pero tienes fe en que los coches se detendrán ante tu presencia. Todo un acto de fe…
                Vas al médico. Muchas veces no sabes ni cómo se llama ni conoces su pericia. No le exiges ver su título académico ni pruebas de su competencia. Tienes delante a un desconocido que te dice qué tienes que tomar y en qué dosis. No te cercioras de sus posibles errores. Haces otro acto de fe y desde que sales de la consulta vas y te compras los medicamentos y confiando en el médico te los tomas sin pensar en las posibles gravísimas consecuencias para tu organismo. Los errores médicos están al día. Todo un acto de fe…
                Desde que nací conocí a un hombre y una mujer que se han pasado toda la vida diciéndome que son mis padres. La verdad es que no tengo ninguna constancia ni científica ni técnica que me obligue a creer que lo son. Quiero muchísimo a mis padres pero no tengo ninguna prueba que me demuestre que lo son. Hago un acto de fe (confío) en que lo son y les amo y respeto como se merecen. Lo mismo ocurre con mis hermanos. Todo un acto de fe…
                Todo en la vida humana es un acto de fe, es un confiar en las personas, en su bondad, en su buena disposición a no hacerme daño. Objetivamente no tengo ninguna prueba ni científica ni técnica, pero confío plenamente en las personas con las que me encuentro en la vida.
                Siempre me he preguntado que si a los demás no les pedimos tantas pruebas... ¿Por qué algunos exigen tantas pruebas a Dios...?
Mario Santana Bueno