Experimentar a
Dios es lo más fácil y, al mismo tiempo, lo más importante en la vida. Yo puedo
experimentarlo en la naturaleza, en las estrellas, en el amor, en la música y
la literatura, en la palabra de la Biblia, y de muchas otras formas más. Es el
arte de la vigilancia interior, que tienes que aprender exactamente del mismo
modo que el arte de amar o el arte de ser bueno en el trabajo. (…)
Martini, C.M.: “Coloquios
nocturnos en Jerusalén”