martes, 11 de junio de 2013

Creador del cielo y de la tierra...



¿Necesita el universo una explicación fuera de sí mismo, si ya tiene sus leyes físicas que incluso permiten pensar en la «auto-creación»?
Cuando se habla de «explicación» hay que precisar bien qué es lo que queremos explicar, porque, para un mismo hecho, puede haber diferentes niveles de descripción. Así, por ejemplo, la explicación de que Messi caiga al suelo en un partido de fútbol es variada: se debe a la fuerza de la gravedad, a que ha tropezado con un obstáculo en el terreno de juego, a la zancadilla de otro jugador o a su propia intención de engañar al árbitro para que pite una falta.
El universo tiene explicaciones naturales, que son las que investiga la ciencia. Se trata de comprender cómo, a partir de procesos físicos muy básicos, el universo es tal y como lo conocemos (con galaxias, estrellas, planetas y vida).Hoy por hoy, el modelo más comúnmente aceptado para este tipo de explicaciones es la teoría del Big Bang, que dice que el universo comenzó hace unos 13.700 millones de años.
El modelo del Big Bang es el que mejor se ajusta a los datos experimentales de que disponemos. Sin embargo, hay otros modelos teóricos pero no tienen, en la actualidad, ningún apoyo experimental. Por eso el Big Bang sigue siendo el modelo más seguido por los científicos.
Todas estas son explicaciones físicas o naturales del universo. Lo explican a partir de una serie de transformaciones naturales (desde una realidad que evoluciona a otra). Sin embargo, dichas explicaciones no logran responder a una pregunta más radical que podemos hacernos: ¿Por qué existe algo en vez de no existir nada? Si pretendemos contestar a esta pregunta recurriendo a las leyes naturales no encontraríamos una respuesta. El universo necesita una explicación «fuera» de sí mismo no en cuanto a las leyes físicas, sino para responder a esa pregunta radical. La razón última de la existencia del universo la estudian la filosofía y la teología. Siguiendo el camino racional propio de estos saberes, distinto y complementario del de la ciencia, se llega a conocer que el universo tiene una causa necesaria fuera de él; y que esa Causa es Dios, que ha creado el universo, con sus leyes naturales, por amor.
Así, cuando hablamos de creación, nos referimos a la razón última del existir. Por eso, el concepto de «auto-creación» es en sí mismo contradictorio. Lo que no es no puede ser responsable de su propio ser. Lo que necesita ser creado, porque podría no ser, no tiene en sí mismo la razón de su ser y no puede «crearse». Entonces, afirmamos que el universo ha de tener la razón última de su existencia en otro ser, cuya existencia es necesaria, al que llamamos Dios.
Sánchez Cañizares, J.