¿Se puede ser feliz en esta vida
que conocemos? Buscar la felicidad, ¿no es buscar lo imposible? En general, las
personas se muestran pesimistas cuando se les pregunta si se puede alcanzar la
felicidad. Les parece un logro difícil y, tal vez, imposible. La ciencia no
habla de felicidad. Los políticos, por su parte, saben que no pueden incluirla
en sus programas. No parece, pues, fácil ser feliz. Y, sin embargo, el ser
humano no renuncia a la felicidad. No podemos ser felices, pero necesitamos
serlo. En primer lugar, ¿qué es lo que falla? Nada nos resulta bastante para
ser felices. Somos insaciables. Cuando conseguimos satisfacer nuestro deseo, se
produce en nosotros un gozo, un contento, pero, enseguida, dentro de ese
contento comienza a gestarse de nuevo la insatisfacción, el deseo de algo que
nos falta. No parece que esta insatisfacción constante se deba a tal o cual
vacío concreto. Es algo más profundo. Es la vida misma la que parece pedir algo
más grande, más pleno y más gratificante. Pero, por otra parte, corremos el
riesgo de contentarnos con cualquier cosa. A veces, discurrimos más o menos así: “la felicidad es algo imposible, pues bien,
vamos a llamar «felicidad» a algo que podamos alcanzar y que nos produzca
satisfacción y placer, ya sabemos que no es «la felicidad», pero puede pasar
por felicidad, nos sirve para seguir viviendo”. Son muchas las personas que
viven así. Se contentan con la satisfacción que produce el dinero, el éxito o
el prestigio. Tony de Mello decía que nuestra tragedia no consiste tanto en lo
que sufrimos, sino en lo que nos estamos perdiendo añora mismo de vida y
felicidad verdadera ¿Será así?
Una última observación. Tal vez,
la felicidad no se pueda conseguir porque ya la «tenemos», aunque no acertamos
a experimentarla. Quizás la felicidad está ahí, en nosotros, en la vida misma,
pero yo no me entero. Tal vez, en el fondo de la vida hay una felicidad real,
desconocida, insospechada, que a mí se me está escapando porque ando ocupado en
otras cosas que me parecen importantes, pero que no me dejan disfrutar de
verdadera felicidad. Mi mayor pecado puede ser que estoy disfrutando poco de la
vida.
Habrá que ver cómo y en qué
grado, pero la felicidad es posible. Se podrá discutir mucho sobre la naturaleza
de la felicidad y la posibilidad de alcanzarla o no, pero lo cierto es que yo
puedo ser más feliz. La felicidad no es algo fabricado por el hombre, sino
regalo de Dios. El ser humano no puede lograrla con sus propios esfuerzos. Hay
una felicidad que tiene su origen en Dios y que nosotros podemos acoger,
experimentar y disfrutar.
Pagola, J.A.