La Iglesia Católica despierta en
nosotros una mirada atenta y respetuosa hacia las otras religiones.
El fenómeno de la globalización
tiene, sin duda, su repercusión en la vivencia religiosa. Cada vez más,
nuestras sociedades se caracterizan por el pluralismo cultural, étnico y
religioso. ¿Cuál es la relación del cristianismo con las otras religiones?
“El vínculo entre la Iglesia católica y las religiones no cristianas
proviene, ante todo, del origen y el fin comunes de todo el género humano. La
Iglesia católica reconoce que cuanto de bueno y verdadero se encuentra en las
otras religiones viene de Dios, es reflejo de su verdad, puede preparar para la
acogida del Evangelio y conducir hacia la unidad de la humanidad en la Iglesia
de Cristo” (Catecismo de la Iglesia Católica. Compendio, 170).
La Iglesia reconoce cuanto de
verdadero y bueno hay en las otras religiones. Todas ellas son testimonio de la
búsqueda humana de Dios, una búsqueda emprendida muchas veces a tientas y entre
sombras (cf “Hechos” 17, 26-28). Una búsqueda que es prueba elocuente de la
dimensión religiosa del hombre, de la nostalgia que la criatura experimenta con
respecto a su Creador.
Todo lo que, en las otras
religiones, hay de verdadero y de bueno procede de Dios. Porque Él ha repartido
la verdad y el bien entre los hombres y los pueblos, y se hace presente, casi
secretamente, entre todas las naciones (cf “Ad gentes”, 9). Toda verdad,
dondequiera que se halle, es reflejo de Dios, que es la Verdad misma, y que es
el único que puede dar el conocimiento verdadero de todas las cosas creadas en
su relación con Él (cf “Catecismo de la Iglesia Católica”, 216). Sólo un
menosprecio de Dios como creador del mundo y del hombre puede llevar a minusvalorar
el papel de las religiones como signos de la verdad y de la bondad divinas.
La Iglesia ve, por ello, en las
otras religiones una posible preparación para la acogida del Evangelio. Ya el
teólogo y cardenal Jean Daniélou comprendía la revelación cristiana como
cumplimiento de la búsqueda de Dios que latía en las demás religiones. El
cristianismo, lejos de destruirlas, las purifica, completa y perfecciona,
llevándolas a su plenitud en Jesucristo.
El “Catecismo de la Iglesia
Católica” despierta en nosotros una mirada atenta y respetuosa hacia las otras
religiones y, a la vez, nos hace dar gracias por el don de la fe y de la
pertenencia a la Iglesia, al mismo tiempo que nos estimula a cumplir el mandato
del Señor: “Id, pues, y haced discípulos
a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed
que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,
19-20).
Guillermo Juan Morado