– ¿De
qué tamaño es Dios?
Entonces
al mirar al cielo, su padre vio un avión y le preguntó a su hijo:
-¿De
qué tamaño ves aquel avión?
El
chico le dijo:
-Es
pequeño, casi ni se alcanza a ver.
Entonces,
el papá lo llevó al aeropuerto y al estar cerca de un avión, le preguntó:
-¿Y ahora
de qué tamaño dices que es?
El
chico le respondió con asombro:
–
¡Papá, es enorme!
El papá
le dijo, entonces:
– Dios
es así. ¡El tamaño va a depender de la distancia que tú estés de Él! ¡Cuanto
más cerca estés de Él, mayor será Él en tu vida!”.
Las cosas cambian de tamaño según la distancia. Dios también. Cuando a Dios lo vemos desde lejos, Dios se achica en nuestra experiencia. Pero cuando a Dios lo vemos de cerca, en el templo de nuestro corazón, entonces Dios es muy grande.
Dios crece en la medida en que nos acercamos a Él. Dios crece dentro de nosotros cuanto más nos relacionamos con Él. Dios se hace cada vez más grande cuanto más lo recibimos en la Eucaristía y lo experimentamos dentro de nosotros.