“Los ateos que niegan a Dios dicen que el
universo es obra de la casualidad. A mí eso no me convence, pues si el mundo
comenzó necesita un Creador, además las leyes de la naturaleza suponen un ser
inteligente que las puso. Aunque yo desconozco muchas de esas leyes y parecen
hechos aleatorios. ¿Estoy en lo cierto?”
Es cierto: para pasar de la nada al ser es
necesaria una causa: DIOS. Lo mismo para explicar las leyes de la naturaleza. Quizás,
yo, hoy, no conozca la ley, pero sí puedo conocer que el orden de las letras de
un libro se debe a una inteligencia ordenadora. Nadie escribe un libro metiendo
en un cubo un millón de letras y después tirando esas letras al suelo. Las
maravillas que observamos en la naturaleza me hablan de la inteligencia de
Dios, lo mismo que la observación de una obra de arte me habla del talento del
artista. Hay hechos aleatorios, al menos para el hombre que no es capaz de
dominarlos, como sería la cara superior de un dado después de haberlo agitado
en el cubilete, pero sin duda hay unas leyes que han sido la causa de que esa
cara quede arriba, aunque yo desconozca la técnica de lograrlo. Pero es claro
que donde hay técnica, hay detrás una inteligencia. Y en la Naturaleza
resplandece la técnica: desde la función clorofílica de las plantas hasta las
leyes matemáticas que rigen el movimiento de las estrellas.