«La señal de Dios es su humildad. La señal de Dios es que Él se hace
pequeño; se convierte en niño; se deja tocar y pide nuestro amor. Cuánto
desearíamos, nosotros, los hombres, un signo diferente, imponente, irrefutable
del poder de Dios y su grandeza. Pero su señal nos invita a la fe y al amor, y
por eso nos da esperanza: Dios es así. Él tiene el poder y es la Bondad».
BENEDICTO XVI