martes, 9 de diciembre de 2014

Charles de Foucauld



Un brillante general francés, estando en una reunión familiar, relataba dramáticas hazañas de su expedición en Marruecos. De pronto, una sobrinita, que seguía llena de admiración los relatos de su tío, le pone una de sus manitas sobre las rodillas, y le pregunta: "Tío, has hecho cosas maravillosas por Francia. Y por Dios, ¿qué has hecho?" El gran general se quedó sin palabras ante la pregunta inocente de una pequeña y pasó toda aquella tarde pensativo. ¡No había hecho absolutamente nada por Dios! Al poco tiempo dejó la carrera militar y se consagró al servicio de Dios y de los demás. Había nacido un gran misionero y un futuro santo: Charles de Foucauld.