Las personas son regalos que la vida me ha dado. Ya
vienen envueltas, algunas en forma muy bella y otras de una manera menos
atractiva. Algunos han sido maltratados en el correo; otros llegan como
“Entrega Especial”; algunos llegan envueltos, otros cerrados con gran rigidez.
Pero la envoltura no es el regalo y es importante darse cuenta de esto. Es muy
fácil equivocarse en este sentido, juzgando el contenido por el estuche. A
veces el regalo se abre con facilidad; otras se necesita la ayuda de otras
personas. Tal vez es porque tiene miedo, quizá han sido heridas antes y no quieren
ser lastimadas de nuevo.
Yo soy una persona. Como todas las demás personas
también soy un regalo. Cada encuentro y comunicación entre personas es un
intercambio de regalos. Mi regalo soy yo, tú eres tu regalo. Somos obsequios de
Dios unos para otros.