martes, 24 de julio de 2012

Un millón de sapos


Podemos llegar a angustiarnos por problemas que, en su mayoría, nunca llegan a hacerse realidad.  A veces sufrimos con anticipación, pensando e imaginando cosas que pueden suceder. 

En aquella región las patas de sapo eran un manjar muy cotizado. Un hombre preguntó al dueño de un restaurante si estaba interesado en un millón de patas de sapos.  El dueño del restaurante quedó asustado y quiso saber de dónde sacaría tantas patas de sapos. “Cerca de mi casa hay un pequeño lago que está invadido e infestado de esos bichos.  Son millares y hacen un barullo infernal, croando toda la noche.  ¡Me estoy volviendo loco!
Quedó decidido, entonces, que el hombre le traería quinientos sapos por semana, durante algún tiempo.  El primer día apareció un poco avergonzado, pues traía en sus manos solamente dos sapos.  El comerciante le preguntó: “¿Dónde está mi pedido?”
A lo que el hombre respondió: “Yo estaba totalmente equivocado  ¡Había solo estos dos pequeños sapos en el lago!  Ellos solos son los que hacían todo el barullo.”

  • La próxima vez que alguien te critique o se ría de ti, acuérdate de que no son miles de sapos los que hacen todo el barullo, sino apenas dos sapitos.  Mientras dos critican, cientos te apoyan y animan.
  • Acuérdate de que las angustias y los problemas parecen mayores en la oscuridad.  Hay una posibilidad muy grande de que, cuando llegue mañana y lo pienses mejor, el problema habrá disminuido su importancia o habrá desaparecido, quedando en su lugar un asunto de fácil solución.
  • Lo mejor es dejar las preocupaciones en las manos de Dios. 
  • Recuerda que Dios cuida de ti siempre, pase lo que pase.

“Yo le cantaré a tu poder, y por la mañana alabaré tu amor: porque tú eres mi protector.”
Salmo 59,16