La muerte es llegar a casa para
disfrutar del banquete de la felicidad sin fin. La vida no es un breve destello
entre dos nadas. Morir no es perderse en el vacío, lejos del Creador. Morir es
entrar de lleno en el corazón de Dios y disfrutar de la plenitud de su amor.
Allí morirá definitivamente la muerte.