El
mejor conocimiento del lenguaje apocalíptico, construido de imágenes y recursos
simbólicos para hablar del fin del mundo, nos permite hoy escuchar el mensaje
esperanzador de Jesús, sin caer en la tentación de sembrar angustia y terror en
las conciencias.
Un día la historia apasionante del ser humano
sobre la tierra llegará a su final. Esta es la convicción firme de Jesús. Esta
es también la previsión de la ciencia actual. El mundo no es eterno. Esta vida
terminará.
¿Qué va a ser de
nuestras luchas y trabajos, de nuestros esfuerzos y aspiraciones.
Jesús habla con sobriedad. No quiere
alimentar ninguna curiosidad morbosa. Corta de raíz cualquier intento de
especular con cálculos, fechas o plazos. "Nadie sabe el día o la hora...,sólo
el Padre". Nada de psicosis ante el final. El mundo está en buenas manos.
No caminamos hacia el caos. Podemos confiar en Dios, nuestro Creador y Padre.
Desde esta confianza
total, Jesús expone su esperanza: la creación actual terminará, pero será para
dejar paso a una nueva creación, que tendrá por centro a Cristo resucitado. ¿Es
posible creer algo tan grandioso? ¿Podemos hablar así antes de que nada haya
ocurrido?
Jesús recurre a
imágenes que todos pueden entender. Un día el sol y la luna que hoy iluminan la
tierra y hacen posible la vida, se apagarán. El mundo quedará a oscuras. ¿Se
apagará también la historia de la Humanidad? ¿Terminarán así nuestras
esperanzas?
Según la versión de
Marcos, en medio de esa noche se podrá ver al "Hijo del Hombre", es
decir, a Cristo resucitado que vendrá "con gran poder y gloria". Su
luz salvadora lo iluminará todo. Él será el centro de un mundo nuevo, el
principio de una humanidad renovada para siempre.
Jesús sabe que no es
fácil creer en sus palabras. ¿Cómo puede probar que las cosas sucederán así?
Con una sencillez sorprendente, invita a vivir esta vida como una primavera.
Todos conocen la experiencia: la vida que parecía muerta durante el invierno
comienza a despertar; en las ramas de la higuera brotan de nuevo pequeñas
hojas. Todos saben que el verano está cerca.
Esta vida que ahora conocemos es como la
primavera. Todavía no es posible cosechar. No podemos obtener logros
definitivos. Pero hay pequeños signos de que la vida está en gestación.
Nuestros esfuerzos por un mundo mejor no se perderán. Nadie sabe el día, pero
Jesús vendrá. Con su venida se desvelará el misterio último de la realidad que
los creyentes llamamos Dios.
José Antonio Pagola