El libro del Génesis siempre generó muchas
interrogantes, sin embargo, es inútil buscar datos científicos allí. ¿De qué
trata entonces? La Biblia comienza con la afirmación: “En el
principio Dios creó los cielos y la tierra...”. El texto está al principio de la Biblia, pero no
quiere decir que fue lo primero que se escribió, ni que la pregunta sobre el
origen de todo era la preocupación de los hombres más antiguos. Estas
inquietudes se manifestaron cuando el pueblo de Israel ya había recorrido gran
parte de su historia. Al mirar hacia atrás, constató que Dios había estado presente
en los acontecimientos de cada día, que todo había sucedido como respondiendo a
un plan, advirtió que constantemente había experimentado la acción protectora y
salvadora de Dios, y llegó a la conclusión de que el Señor es quien gobierna la
historia y esto lo ha hecho desde el principio. Los científicos se preguntan por el origen del
mundo y explican cómo se fue haciendo todo lo existente. Ellos hablan, por
ejemplo, del big-bang, del proceso evolutivo, del evolucionismo... Ellos lo
explican utilizando un lenguaje elaborado por los sabios, muy preciso y
detallado. La Biblia, en cambio, no pregunta cómo sucedió, sino que enseña
quién lo hizo, y lo dice en forma religiosa y poética. Es necesario tener presente estas cosas para no
caer en caer en confusiones:
-Los sabios preguntan: cómo sucedió; -la Biblia dice: quién lo hizo.
-Los sabios usan lenguaje científico; -la Biblia usa lenguaje religioso y poético.
Los científicos no hablan de lo que trata la Biblia, y la Biblia no invade el terreno de las ciencias, y cuando los sabios investigan con seriedad científica hay un completo acuerdo.
El relato del libro del Génesis es un poema. Está dividido en siete estrofas, separadas por un estribillo: “Hubo una tarde, hubo una mañana...”, y todas las estrofas están redactadas con palabras que se van repitiendo casi en el mismo orden. Todo esto hecho para facilitar la memorización. El poema comienza diciendo que antes de la creación: “todo era caótico, y las tinieblas estaban sobre el abismo...”. En efecto, el texto fue escrito por los círculos ilustrados del pueblo judío, en la época en que habían sido vencidos por los babilónicos, se encontraban cautivos en tierra extranjera, y para ellos todo era tinieblas y caos. Pero el texto arroja una luz de esperanza: se oye la voz de Dios que ordena: “¡Haya luz!”. Entonces todo se ilumina y Dios comienza a hacer surgir la vida y el orden. Los hombres de aquel tiempo, inspirados por Dios, respondieron a las angustias de un pueblo que no veía luz en su futuro. Les mostraron que hay Alguien que está por encima de todo lo visible. Dios hizo todo desde el principio, y no fue vencido por otros dioses. Él, que venció el caos y las tinieblas del principio, puede sacar al pueblo de la situación en que se encuentra. Para expresar la acción de Dios utilizaron una palabra que las lenguas modernas traducen como “crear”, un verbo que la Biblia usa sólo para la acción de Dios, y que representa el poder total con el que Dios actúa cuando hace alguna cosa. El actuar de Dios es diferente del actuar del hombre, porque tiene un dominio absoluto sobre todo. El poema continúa describiendo cómo Dios, en el transcurso de una semana, fue haciendo y ordenando todo lo existente. Pero el mundo que se describe no es el que ahora se conoce por la cultura y por las explicaciones científicas, sino que se presenta como un gran disco flotando sobre el mar, cubierto por la inmensa bóveda del firmamento, en el que están suspendidos el sol, la luna y las estrellas, y otro mar por encima del firmamento... Es el mundo así como lo imaginaban hace veinticinco siglos. El texto, entonces, no pretende explicar cómo es el mundo (cosa que deben hacer los científicos), sino decir quién lo hizo, y pone luz y orden en la historia. Es inútil entonces buscar datos científicos en este relato de la creación del mundo, así como es insensato presentarlo como una teoría más que se puede comparar o discutir con las teorías científicas existentes.
Luis Heriberto Rivas
-Los sabios preguntan: cómo sucedió; -la Biblia dice: quién lo hizo.
-Los sabios usan lenguaje científico; -la Biblia usa lenguaje religioso y poético.
Los científicos no hablan de lo que trata la Biblia, y la Biblia no invade el terreno de las ciencias, y cuando los sabios investigan con seriedad científica hay un completo acuerdo.
El relato del libro del Génesis es un poema. Está dividido en siete estrofas, separadas por un estribillo: “Hubo una tarde, hubo una mañana...”, y todas las estrofas están redactadas con palabras que se van repitiendo casi en el mismo orden. Todo esto hecho para facilitar la memorización. El poema comienza diciendo que antes de la creación: “todo era caótico, y las tinieblas estaban sobre el abismo...”. En efecto, el texto fue escrito por los círculos ilustrados del pueblo judío, en la época en que habían sido vencidos por los babilónicos, se encontraban cautivos en tierra extranjera, y para ellos todo era tinieblas y caos. Pero el texto arroja una luz de esperanza: se oye la voz de Dios que ordena: “¡Haya luz!”. Entonces todo se ilumina y Dios comienza a hacer surgir la vida y el orden. Los hombres de aquel tiempo, inspirados por Dios, respondieron a las angustias de un pueblo que no veía luz en su futuro. Les mostraron que hay Alguien que está por encima de todo lo visible. Dios hizo todo desde el principio, y no fue vencido por otros dioses. Él, que venció el caos y las tinieblas del principio, puede sacar al pueblo de la situación en que se encuentra. Para expresar la acción de Dios utilizaron una palabra que las lenguas modernas traducen como “crear”, un verbo que la Biblia usa sólo para la acción de Dios, y que representa el poder total con el que Dios actúa cuando hace alguna cosa. El actuar de Dios es diferente del actuar del hombre, porque tiene un dominio absoluto sobre todo. El poema continúa describiendo cómo Dios, en el transcurso de una semana, fue haciendo y ordenando todo lo existente. Pero el mundo que se describe no es el que ahora se conoce por la cultura y por las explicaciones científicas, sino que se presenta como un gran disco flotando sobre el mar, cubierto por la inmensa bóveda del firmamento, en el que están suspendidos el sol, la luna y las estrellas, y otro mar por encima del firmamento... Es el mundo así como lo imaginaban hace veinticinco siglos. El texto, entonces, no pretende explicar cómo es el mundo (cosa que deben hacer los científicos), sino decir quién lo hizo, y pone luz y orden en la historia. Es inútil entonces buscar datos científicos en este relato de la creación del mundo, así como es insensato presentarlo como una teoría más que se puede comparar o discutir con las teorías científicas existentes.
Luis Heriberto Rivas