Lo que viene después
- Cuando el universo me
abandone […], cuando el sol esté ausente del cielo y no me alcance el día,
cuando el mundo no me proteja del vacío, cuando el todo se aleje y se
confunda en la nada, […] entonces cambiaré mi torpe cuerpo por las alas
con las que entraré en la mañana del despertar eterno. Facundo
Cabral (1937–2011)
- Todas las sutilezas de
la metafísica no me harán dudar ni un momento de la inmortalidad del alma
y de la existencia de una Providencia bienhechora. Yo la siento, la creo,
la quiero, la espero y la defenderé hasta mi último suspiro. Jean-Jacques
Rousseau (1712–1778)
- La Tierra es la morada
de los que mueren; debemos extender nuestra perspectiva hacia el Cielo,
que es la morada de los que viven. George Horne (1730–1792)
- En el Cielo
oiré. Últimas palabras atribuidas a Ludwig van Beethoven
(1770–1827)
- Es imposible que algo
tan natural, tan necesario y tan universal como la muerte pueda haber sido
concebido por la Providencia como un mal para la humanidad. Jonathan
Swift (1667–1745)
- Entendamos, amados, en
qué forma el Señor nos muestra continuamente la resurrección futura, de la
que hizo primicias al Señor Jesucristo […].Observemos, amados, la
resurrección que tiene lugar en la sucesión del tiempo. El día y la noche
nos muestran una resurrección: muere la noche, el día se levanta; el día
se va, viene la noche. Fijémonos en los frutos de la tierra: Sale el
sembrador y lanza a la tierra cada una de las semillas, las cuales cayendo
sobre la tierra, secas y desnudas, empiezan a descomponerse; pero a partir
de su disolución, la magnanimidad de la providencia del Señor las hace
resurgir, de suerte que un solo grano se multiplica y da fruto. San
Clemente de Roma (m. 99)
- Pensamos que la muerte
viene a destruir; pensemos más bien que Cristo nos viene a salvar.
Asociamos la muerte con un final; identifiquémosla más bien con una vida
que comienza más abundantemente. Pensamos que con ella vamos a perder
algo; concentrémonos en cambio en lo mucho que vamos a ganar. La
concebimos como una partida; imaginemos más bien que será un encuentro. Y
cuando la voz de la muerte nos susurre al oído: «Tienes que dejar la
Tierra», oigamos la voz de Cristo que nos dice: «Estás llegando a
Mí». Norman Macleod (1812–1872)
- Sea lo que sea que
llevamos dentro y que nos anima y nos hace sentir, pensar, anhelar y
desear es algo celestial, divino, y por lo tanto imperecedero. Aristóteles
(384–322 a. C.)
- Si en medio de tanto
pecado y muerte Dios un bello mundo ha creado, ¡cuánto más hermoso será el
Paraíso esperado! James Montgomery (1771–1854)