miércoles, 2 de marzo de 2016

Lo que viene después



  • Cuando el universo me abandone […], cuando el sol esté ausente del cielo y no me alcance el día, cuando el mundo no me proteja del vacío, cuando el todo se aleje y se confunda en la nada, […] entonces cambiaré mi torpe cuerpo por las alas con las que entraré en la mañana del despertar eterno. Facundo Cabral (1937–2011)
  • Todas las sutilezas de la metafísica no me harán dudar ni un momento de la inmortalidad del alma y de la existencia de una Providencia bienhechora. Yo la siento, la creo, la quiero, la espero y la defenderé hasta mi último suspiro. Jean-Jacques Rousseau (1712–1778)
  • La Tierra es la morada de los que mueren; debemos extender nuestra perspectiva hacia el Cielo, que es la morada de los que viven. George Horne (1730–1792)
  • En el Cielo oiré. Últimas palabras atribuidas a Ludwig van Beethoven (1770–1827)
  • Es imposible que algo tan natural, tan necesario y tan universal como la muerte pueda haber sido concebido por la Providencia como un mal para la humanidad. Jonathan Swift (1667–1745)
  • Entendamos, amados, en qué forma el Señor nos muestra continuamente la resurrección futura, de la que hizo primicias al Señor Jesucristo […].Observemos, amados, la resurrección que tiene lugar en la sucesión del tiempo. El día y la noche nos muestran una resurrección: muere la noche, el día se levanta; el día se va, viene la noche. Fijémonos en los frutos de la tierra: Sale el sembrador y lanza a la tierra cada una de las semillas, las cuales cayendo sobre la tierra, secas y desnudas, empiezan a descomponerse; pero a partir de su disolución, la magnanimidad de la providencia del Señor las hace resurgir, de suerte que un solo grano se multiplica y da fruto. San Clemente de Roma (m. 99)
  • Pensamos que la muerte viene a destruir; pensemos más bien que Cristo nos viene a salvar. Asociamos la muerte con un final; identifiquémosla más bien con una vida que comienza más abundantemente. Pensamos que con ella vamos a perder algo; concentrémonos en cambio en lo mucho que vamos a ganar. La concebimos como una partida; imaginemos más bien que será un encuentro. Y cuando la voz de la muerte nos susurre al oído: «Tienes que dejar la Tierra», oigamos la voz de Cristo que nos dice: «Estás llegando a Mí». Norman Macleod (1812–1872)
  • Sea lo que sea que llevamos dentro y que nos anima y nos hace sentir, pensar, anhelar y desear es algo celestial, divino, y por lo tanto imperecedero. Aristóteles (384–322 a. C.)
  • Si en medio de tanto pecado y muerte Dios un bello mundo ha creado, ¡cuánto más hermoso será el Paraíso esperado! James Montgomery (1771–1854)