Es
seguro que la muerte de Jesús sumió a los discípulos en un descorazonamiento
total. También es cierto que, poco después, esos mismos discípulos proclaman
segura, por no decir triunfalmente, la resurrección de Jesús. La cuestión
está, por tanto, en averiguar la razón de este cambio. Pero es seguro también
que si se ha producido es porque han creído en la resurrección. El
problema reside, pues, en averiguar lo que ha llevado a los discípulos a creer
lo que han creído poder y deber anunciar. Ellos, al menos, lo atribuyen a
los sucesos que hoy llamamos apariciones. Sobre ellas fundaron su paso a
la fe. La cuestión se centra en saber qué pasó en las apariciones. A partir de
los textos que las refieren, y que son los únicos datos que poseemos, se
presentan como experiencias visuales, auditivas, táctiles incluso, pero tan
ricas y complejas que desbordan el marco de la pura sensibilidad. Presentan los
siguientes caracteres: fueron experiencias inesperadas en las que los testigos
se sienten desconcertantemente movidos "desde fuera". Su desarrollo
obedece al esquema: ver/no-ver; tocar/no-tocar; reconocer/noreconocer y, en
conclusión, aparecer/desaparecer.
DORÉ, J.