domingo, 13 de octubre de 2013

El pequeño pez



"Usted perdone", le dijo un pez a otro, "es usted más viejo y con más experiencia que yo y probablemente podrá usted ayudarme. Dígame: ¿dónde puedo encontrar eso que llaman Océano? He estado buscando por todas partes, sin resultado".
"El Océano", respondió el viejo pez, "es donde estás ahora mismo". "
¿Esto? Pero si esto no es más que agua... Lo que yo busco es el Océano", replicó el joven pez, totalmente decepcionado, mientras se marchaba nadando a buscar en otra parte.

Deja de buscar, pequeño pez. No hay nada que buscar. Sólo tienes que estar tranquilo, abrir tus ojos y mirar. No puedes dejar de verlo
Tony de Mello

Leyenda árabe



Dice una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron. El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena: "HOY, MI MEJOR AMIGO ME DIO UNA BOFETADA." Continuaron su camino y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse. El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo. Al recuperarse tomó un cincel y escribió en una piedra: "HOY, MI MEJOR AMIGO ME SALVO LA VIDA”. Intrigado, el amigo preguntó: "¿Por que después de que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?" Sonriendo, el otro amigo respondió:  “Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena, donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y desaparecerlo. Por otro lado, cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón, donde ningún viento del mundo podrá borrarlo".

Amor fraternal



La historia cuenta que había dos hermanos que se querían con toda el alma. Ambos eran agricultores. Uno se casó y el otro permaneció soltero. Decidieron seguir repartiendo toda su cosecha a medias. Una noche el soltero soñó: ¡No es justo! Mi hermano tiene mujer e hijos y recibe la misma proporción de cosecha que yo que estoy solo. Iré por las noches a su montón de trigo y le añadiré varios sacos sin que él sé de cuenta. A su vez el hermano casado soñó también una noche: ¡No es justo! Yo tengo mujer e hijos y mi futuro estará con ellos asegurado. A mi hermano, que está solo, ¿quién lo ayudará? Iré por las noches a su montón de trigo y le añadiré varios sacos sin que sé de cuenta. Así lo hicieron ambos hermanos. Y ¡oh, sorpresa!, Ambos se encontraron en el camino, una misma noche, portando sacos una para el otro. Se miraron, comprendieron lo que pasaba y se abrazaron con un abrazo de hermano, aún más fuerte, y para siempre.

A veces, es necesario hacer un alto en nuestra vida y revalorizar las bendiciones que tenemos al contar con un hermano, es esencial, como cristianos, amarnos y procurarnos como tales. No podemos dar testimonio de Vida, si no amamos a los que están más cerca de nosotros. El Señor nos pide caridad y entrega. Hoy es un buen día para empezar.

sábado, 12 de octubre de 2013

El equipaje



Un hombre que viajaba en avión hacia Singapur, cuando faltaban pocos minutos para aterrizar, se dio cuenta de que el joven que viajaba a su lado se estaba poniendo muy nervioso. Pensó que posiblemente no estaba muy acostumbrado a viajar y que tenía cierto temor al aterrizaje. Pero de pronto el joven se dirigió a él y le preguntó: –¿Es cierto que en este país las personas que son descubiertas pasando droga las ahorcan? –¡Efectivamente! le respondió, en este país si encuentran a alguien con droga, la pena que les imponen es morir ahorcado. El muchacho se calló durante unos segundos. De pronto se levantó y se fue al servicio. Después de unos minutos, regresó a su asiento, pero tenía una mirada distinta, una mirada de alivio. El hombre, suponiendo lo que había ocurrido, le preguntó: –¿Te has deshecho de todo lo que llevabas encima y que te ponía en peligro? El joven lo miró avergonzado y dijo: -Sí Señor, pero por favor, no se lo diga a nadie. Al llegar a Singapur la policía retuvo al joven para inspeccionarle el equipaje y hacerle un control rutinario. Afortunadamente para él, ya se había deshecho con anterioridad de todo el equipaje no permitido en ese país. Durante nuestra vida vamos llenando nuestro equipaje de hábitos, costumbres, creencias, valores y fundamentos que, además de cargarnos en exceso, son peligrosos y contrarios a la voluntad de Dios. Eso nos pone muchas veces en aprietos, nos causa vergüenza, confusión y siempre acaba por afectar nuestra vida y la de los que nos rodean de una manera negativa y casi siempre destructiva. ¿Estás llevando algún equipaje del que necesitas deshacerte antes de que te cause más problemas? Muchas veces sabemos que llevamos algo prohibido en nuestro corazón y otras veces no somos muy conscientes y necesitamos identificarlo. Quizás pienses que, en el fondo, todos somos humanos y que es normal tener algún fallo. Incluso es posible que pienses que forma parte de ti, que es imposible arrancarlo de tu vida y te resignas diciendo, «yo soy así». Bueno, esos pensamientos son normales, pero también nos indican cuál es el grado de conformismo en el que muchas veces estamos atrapados. El conformista utiliza todos sus esfuerzos en buscar formas de justificar sus errores y pecados. La diferencia entre la mochila del joven del avión y nuestro equipaje, es que a nosotros no nos resulta tan fácil deshacernos del equipaje autodestructivo.

Amar es darlo todo



El dueño de un negocio, miraba hacia la calle, cuando vio a una niña con sus ojos color del cielo fijo sobre algo que había en el escaparate. De pronto la niña entró en la tienda y pidió que le enseñara un collar de finas piedras color turquesa. Lo estuvo mirando y finalmente se decidió y le dijo al vendedor: Quiero comprarlo para regalárselo a mi hermana. ¿Puede prepararlo como un regalo muy especial?", dijo la niña. El dueño desconfiado, le preguntó: ¿Tienes suficiente dinero? Sin dudar, ella sacó del bolsillo un pequeño monedero, lo vació sobre el mostrador y dijo con una sonrisa de satisfacción: Supongo que será bastante. Eran apenas unas cuantas monedas, pero ella las exhibía orgullosa. Sin darle tiempo al hombre a decir nada, le explicó: ¿Sabe?, quiero dar este regalo a mi hermana, porque desde que murió nuestra madre, ella cuida de nosotros. Mañana es su cumpleaños y quiero que sea muy feliz con este collar que es del color de sus ojos.  El hombre, sin decir nada, colocó el collar en un precioso estuche y lo envolvió con un fino papel rojo. Se lo entregó a la niña y ésta salió feliz, corriendo y saltando de alegría por la calle. Solo habían pasado unas pocas horas, cuando una joven de cabellos rubios y unos maravillosos ojos azules entró en el negocio. Colocó sobre el mostrador el estuche con el collar y muy enfadada, pregunto: ¿Este collar lo han comprado aquí? ¿Cuánto costó? El dueño reconoció que él había vendido el collar, pero añadió: El precio de cualquier producto de mi negocio es siempre un asunto confidencial entre mi cliente y yo. Pero mi hermana tenía solamente algunas monedas, dijo la joven. Si el collar es verdadero, no lo entiendo, porque ella no tenía suficiente dinero para pagarlo. El hombre tomó el estuche, rehizo el envoltorio y colocó nuevamente la cinta que lo decoraba, se lo entregó a la joven y le dijo: Ella pagó el precio más alto que cualquier persona puede pagar: DIO TODO LO QUE TENÍA. El silencio llenó la pequeña tienda y entre lágrimas y muy emocionada tomó el regalo y salió en silencio.
“La gratitud de quien ama no pone límites para los gestos de ternura”

jueves, 3 de octubre de 2013

Eres aceptado

Ser tocado por la gracia no significa simplemente hacer progresos de orden moral en nuestro combate contra determinados defectos particulares o en nuestras relaciones con los demás y con la sociedad. El progreso moral puede ser un fruto de la gracia, pero no es la gracia misma; puede incluso cerrarnos a la gracia. Y, ciertamente, la gracia no viene cuando tratamos de apropiárnosla, ni tampoco mientras, en nuestra autosuficiencia, pensemos que no tenemos necesidad de ella. La gracia nos toca cuando nos hallamos angustiados y no tenemos reposo. Nos alcanza cuando caminamos por el valle sombrío de una vida vacía y desprovista de sentido. Nos invade cuando sentimos que nuestra alienación es más profunda, porque hemos arruinado otra vida... Nos toca cuando la insatisfacción de nosotros mismos, nuestra indiferencia, nuestra debilidad, nuestra hostilidad, nuestra falta de rectitud y nuestro comportamiento se nos han hecho insoportables. Nos afecta cuando, año tras año, nuestro deseo de una vida perfecta no se ve satisfecho, cuando nuestras inveteradas tensiones siguen esclavizándonos como han venido haciéndolo durante decenios, cuando la desesperación destruye toda alegría y todo gozo. A veces, en uno de esos momentos, una ráfaga de luz atraviesa nuestras tinieblas, y es como si una voz nos liberase: "Tú eres aceptado. Tú eres aceptado por alguien más grande que tú y cuyo nombre no conoces. No preguntes ahora cuál es ese nombre; tal vez lo descubras más tarde. No trates ahora de hacer nada; tal vez lo hagas mucho más adelante. Acepta simplemente el hecho de que eres aceptado." Cuando esto nos ocurre, experimentamos lo que es la gracia. Después de semejante experiencia, tal vez no seamos mejores ni creamos más que antes. Pero todo ha quedado transformado. En ese momento, la gracia triunfa sobre el pecado, y la reconciliación supera el abismo de la alienación. Y nada se exige para esta experiencia: ningún presupuesto  religioso, moral o intelectual; no se pide más que la aceptación.
P. TILLICH

Un consejo de san Juan de Avila


«Corred de aquí en adelante vuestra carrera con ligereza, como quien ha echado de sí una carga pesada que se lo impedía. Fiaos de Él, pues tantas razones tenéis para ello, y lo que escarbáis en vuestras miserias, escarbadlo en su misericordia, y sacaréis más provecho que de lo primero».