1.- No mates la alegría que hay hoy en ti, recordando las penas de
ayer. Aquellas penas ya las sufriste. Hoy goza de la alegría que la vida te
regala este nuevo día que es diferente al de ayer.
2.- No mates la alegría que hay hoy en ti, pensando en los malos días
que puedan venirte. El sol que hoy te calienta no volverá. Pero hoy necesita
calentar y fecundar las semillas de la vida que llevas dentro. El futuro vívelo
mañana, pero hoy vive el presente.
3.- No mates la alegría que hay hoy en ti, con recuerdos del pasado.
La vida no se vive más que una vez. ¿Por qué te empeñas en vivir dos veces los
días sin luz? ¿No te das cuenta de que la luz ya volvió a lucir dentro de ti?
4.- No mates la alegría que hay hoy en ti, porque te has vuelto a
reconciliar y reencontrar con Dios en el Sacramento de la Penitencia. ¿Por qué
seguir recordando los pecados de ayer, que Dios ya tiene olvidados desde que te
los perdonó?
5.- No mates la alegría que hay hoy en ti, con las malas noticias que
te han dado. ¿Por qué no esperas un poco y miras a tu alrededor? ¿No ves que
también hoy hay buenas noticias para ti en la vida?
6.- No mates la alegría que hay hoy en ti, porque las alegrías de hoy
son nuevas, diferentes a las de ayer y a las de mañana. Si en vez de vivir las
alegrías de hoy estás pensando en las de mañana, mañana pensarás en las de
pasado mañana y así nunca vivirás la única alegría posible de tu vida, la de
hoy.
7.- No mates la alegría que hay hoy en ti, pero tampoco mates la
alegría que hay en los demás. Si has de decirles algo desagradable y no es de
urgencia, espera a otro día. Déjales que sean felices hoy.