viernes, 3 de febrero de 2017

PARÁBOLA DE LOS GEMELOS



En el seno de una mujer fueron concebidos niños gemelos. Pasaron las semanas y los gemelos crecieron. A medida que fueron tomando conciencia de quiénes eran su alegría y confianza en sí mismos era más grande:
            “Dime: ¿no es increíble que vivamos? ¿No es maravilloso estar aquí?”
            Cada vez se sentían más a gusto en el seno materno. Pero, al mismo tiempo, observaban los cambios que se producían en ellos cada semana.
            Pasaron las semanas, luego los meses. Los cambios eran, cada vez, más grandes.
            “¿Qué nos sucederá?” -preguntó uno de ellos-.
            “Esto significa -respondió el otro- que pronto no cabremos aquí dentro. No podemos quedarnos aquí: naceremos”.
            “Yo no quiero salir de aquí -objetó el primero-: yo quiero quedarme siempre aquí”.
            “Reflexiona. No tenemos otra salida -dijo su hermano-. Además, quizás haya otra vida después del nacimiento”.
            “¿Cómo  podría ser eso?” -repuso el primero con energía-. “Eso te lo imaginas tú. Además, otros antes de nosotros han abandonado el seno materno y ninguno de ellos ha vuelto a decirnos que hay una vida tras el nacimiento. Está claro que con el nacimiento se acaba nuestra existencia, se acaba la vida. El nacimiento es el final”.
            El otro guardó las palabras de su hermano en su corazón. Pensaba:
            “Si la concepción acaba con el nacimiento, ¿qué sentido tiene esta vida aquí? No tiene ningún sentido. A lo mejor resulta que ni existe una madre como siempre hemos creído”.
            “Sí que debe existir -protestaba el primero- de lo contrario, ya no nos queda nada”
            “¿Has visto alguna vez a nuestra madre?” -preguntó el otro-. “A lo mejor sólo nos la hemos imaginado. Nos la hemos inventado para podernos explicar mejor nuestra vida aquí”.
            Así, entre dudas y preguntas, sumidos en profunda angustia, transcurrieron los últimos días de los hermanos en el seno materno.
            Por fin llegó el momento del nacimiento. Cuando los gemelos dejaron su mundo, abrieron los ojos y lanzaron un grito.
            Lo que vieron superó sus más atrevidos sueños.


(extraído y reelaborado de “Selecciones de Teología” nº152 . octubre-diciembre 1999)