Con la
oración sucede como con los alimentos: cuando se deja de comer se va perdiendo
el hambre hasta morir de inanición; cuando se deja de orar se van perdiendo las
ganas de rezar hasta morir espiritualmente. Es por ello que resulta
importantísimo superar esa tentación. Pídele a Dios ayuda para orar y para
luchar contra todo lo que te estorbe o dificulte la oración. Pídele que te
ayude a encontrar tiempo; que te dé un corazón bien dispuesto; que te libre del
desánimo, en fin, que te ayude a defender tus ratos de encuentro íntimo con Él.
Y confía en que lo hará.
"Bendito el Señor que escuchó mi voz
suplicante...
en Él confía mi corazón;
me socorrió, y mi corazón se alegra
y le canta agradecido."
(Sal 28, 6-7)
en Él confía mi corazón;
me socorrió, y mi corazón se alegra
y le canta agradecido."
(Sal 28, 6-7)