jueves, 30 de mayo de 2013

¿Es posible ser feliz?



¿Se puede ser feliz en esta vida que conocemos? Buscar la felicidad, ¿no es buscar lo imposible? En general, las personas se muestran pesimistas cuando se les pregunta si se puede alcanzar la felicidad. Les parece un logro difícil y, tal vez, imposible. La ciencia no habla de felicidad. Los políticos, por su parte, saben que no pueden incluirla en sus programas. No parece, pues, fácil ser feliz. Y, sin embargo, el ser humano no renuncia a la felicidad. No podemos ser felices, pero necesitamos serlo. En primer lugar, ¿qué es lo que falla? Nada nos resulta bastante para ser felices. Somos insaciables. Cuando conseguimos satisfacer nuestro deseo, se produce en nosotros un gozo, un contento, pero, enseguida, dentro de ese contento comienza a gestarse de nuevo la insatisfacción, el deseo de algo que nos falta. No parece que esta insatisfacción constante se deba a tal o cual vacío concreto. Es algo más profundo. Es la vida misma la que parece pedir algo más grande, más pleno y más gratificante. Pero, por otra parte, corremos el riesgo de contentarnos con cualquier cosa. A veces, discurrimos más o menos así: “la felicidad es algo imposible, pues bien, vamos a llamar «felicidad» a algo que podamos alcanzar y que nos produzca satisfacción y placer, ya sabemos que no es «la felicidad», pero puede pasar por felicidad, nos sirve para seguir viviendo”. Son muchas las personas que viven así. Se contentan con la satisfacción que produce el dinero, el éxito o el prestigio. Tony de Mello decía que nuestra tragedia no consiste tanto en lo que sufrimos, sino en lo que nos estamos perdiendo añora mismo de vida y felicidad verdadera ¿Será así?
Una última observación. Tal vez, la felicidad no se pueda conseguir porque ya la «tenemos», aunque no acertamos a experimentarla. Quizás la felicidad está ahí, en nosotros, en la vida misma, pero yo no me entero. Tal vez, en el fondo de la vida hay una felicidad real, desconocida, insospechada, que a mí se me está escapando porque ando ocupado en otras cosas que me parecen importantes, pero que no me dejan disfrutar de verdadera felicidad. Mi mayor pecado puede ser que estoy disfrutando poco de la vida.
Habrá que ver cómo y en qué grado, pero la felicidad es posible. Se podrá discutir mucho sobre la naturaleza de la felicidad y la posibilidad de alcanzarla o no, pero lo cierto es que yo puedo ser más feliz. La felicidad no es algo fabricado por el hombre, sino regalo de Dios. El ser humano no puede lograrla con sus propios esfuerzos. Hay una felicidad que tiene su origen en Dios y que nosotros podemos acoger, experimentar y disfrutar.
Pagola, J.A.

jueves, 23 de mayo de 2013

Domingo de la Santísima Trinidad

Comentario al Evangelio del domingo día 26 de Mayo, festividad de la Santísima Trinidad

miércoles, 8 de mayo de 2013

Instrucciones para un viaje



Estimados señores pasajeros:
         En nombre del Señor y de su Compañía, que es la Iglesia, les damos la bienvenida a este vuelo eucarístico que tiene como destino la eternidad. La duración estimada del vuelo, dependiendo de la turbulencia lingüística del piloto, está estimada  en 40 minutos.
         Por motivos de seguridad y para no interferir la señal divina no podrán utilizarse durante la estancia en esta nave los teléfonos móviles. Por favor, procuren que su equipaje de mano, esté bien colocado para que, entre otras cosas, no pueda ser sustraído por terceras personas y también, en un determinado momento de este vuelo, recurrir a él  para su colaboración.
         Obviamente les recordamos que está prohibido fumar ni comer en este trayecto ni hablar más de lo necesario. No hay servicio de bar y, los wc, han de ser utilizados con discreción. Están situados en la parte delantera de la nave.
         A continuación vamos a proyectar unas letras de cantos y siguiendo las normas de protocolo específico de este viaje, pasamos a efectuar una demostración sobre la localización, uso de las salidas, salvavidas, etc. Les rogamos, mientras dejan de sonar las campanas de inicio de vuelo, presten máxima atención:
         a) Esta nave celestial dispone de tres entradas. Una situada al fondo del pasillo y dos en sus laterales. El pasillo central, caso de emergencia, será utilizado por los mayores y niños y –los laterales- podrán ser usados por el resto de pasajeros. Las solteras tengan cuidado, al salir, de no quedarse enganchadas a San Antonio. Los casados, por el contrario, procuren no enzarzarse en diálogos largos con Santa Rita. Lo imposible…es imposible.
         b) Caso de necesitar oxígeno, esta aeronave, dispone de 4 máscaras con rejillas dispuestas por las paredes. Las podrán reconocer porque, en la parte superior, vienen denominadas como “confesionarios”. Una luz verde nos dirá si es posible su utilización y, una roja, si está ya ocupada por una persona asfixiada por la despresurización de su existencia.
         c) Igualmente, ustedes, disponen de varios chalecos salvavidas. No es necesario que miren debajo de los asientos. Dentro de ustedes, en su interior, pueden utilizar la oración, el silencio, la contemplación, la caridad, la fe y la esperanza como los más y mejores salvavidas nunca vistos. Si ustedes desean utilizar el salvavidas de la oración, han de meter un poco la cabeza. Si, por el contrario, desean usar el de la caridad, deberán de alargar a mano a su bolsillo. Igualmente, si quieren saber el funcionamiento del salvavidas de la fe o de la esperanza, permanezcan atentos a las lecturas que en el transcurso de este vuelo se leerán desde cabina. Estos chalecos pueden ser utilizados tanto en el interior de esta aeronave como en el exterior de la misma.
         d) Durante el trayecto, algunos miembros de la tripulación, pasarán unas bolsas para que ustedes puedan colaborar con los fines más supremos y divinos de esta Compañía. Fines que no son otros que hacer el bien y procurar una estancia feliz, en esta tierra, a los que nacen y mueren en ella.
         d) Igualmente y casi al finalizar el vuelo, aquellos que lo crean conveniente y estén preparados interiormente, podrán pasar hacia la parte delantera de la aeronave para recibir -bien en mano o en la boca- un ágape que se cuece en las alturas: PAN DE LOS ANGELES.
         e) Por favor lean las instrucciones que, en el folleto de mano, les hemos dado para seguir el desarrollo de este viaje celestial. Igualmente, y al finalizar el mismo, tengan cuidado al bajar las escaleras del aeronave y no dejen nada de su equipaje en el interior de la misma. No olviden, además, de desabrocharse el cinturón del egoísmo, la envidia o la vida fácil.
         En nombre de Jesús de Nazaret, de la Iglesia, de la tripulación (sacerdotes, monaguillos, lectores, servicio de limpieza, coro, organista, etc) les deseamos un feliz viaje y les invitamos a participar más asiduamente en este tipo de vuelos.
¡Gracias, entre otras cosas, por haber elegido bien!
Leoz Ventura, J.

jueves, 2 de mayo de 2013

miércoles, 1 de mayo de 2013

El Cristianismo y las otras religiones



La Iglesia Católica despierta en nosotros una mirada atenta y respetuosa hacia las otras religiones.
El fenómeno de la globalización tiene, sin duda, su repercusión en la vivencia religiosa. Cada vez más, nuestras sociedades se caracterizan por el pluralismo cultural, étnico y religioso. ¿Cuál es la relación del cristianismo con las otras religiones?
“El vínculo entre la Iglesia católica y las religiones no cristianas proviene, ante todo, del origen y el fin comunes de todo el género humano. La Iglesia católica reconoce que cuanto de bueno y verdadero se encuentra en las otras religiones viene de Dios, es reflejo de su verdad, puede preparar para la acogida del Evangelio y conducir hacia la unidad de la humanidad en la Iglesia de Cristo” (Catecismo de la Iglesia Católica. Compendio, 170).
La Iglesia reconoce cuanto de verdadero y bueno hay en las otras religiones. Todas ellas son testimonio de la búsqueda humana de Dios, una búsqueda emprendida muchas veces a tientas y entre sombras (cf “Hechos” 17, 26-28). Una búsqueda que es prueba elocuente de la dimensión religiosa del hombre, de la nostalgia que la criatura experimenta con respecto a su Creador.
Todo lo que, en las otras religiones, hay de verdadero y de bueno procede de Dios. Porque Él ha repartido la verdad y el bien entre los hombres y los pueblos, y se hace presente, casi secretamente, entre todas las naciones (cf “Ad gentes”, 9). Toda verdad, dondequiera que se halle, es reflejo de Dios, que es la Verdad misma, y que es el único que puede dar el conocimiento verdadero de todas las cosas creadas en su relación con Él (cf “Catecismo de la Iglesia Católica”, 216). Sólo un menosprecio de Dios como creador del mundo y del hombre puede llevar a minusvalorar el papel de las religiones como signos de la verdad y de la bondad divinas.
La Iglesia ve, por ello, en las otras religiones una posible preparación para la acogida del Evangelio. Ya el teólogo y cardenal Jean Daniélou comprendía la revelación cristiana como cumplimiento de la búsqueda de Dios que latía en las demás religiones. El cristianismo, lejos de destruirlas, las purifica, completa y perfecciona, llevándolas a su plenitud en Jesucristo.
El “Catecismo de la Iglesia Católica” despierta en nosotros una mirada atenta y respetuosa hacia las otras religiones y, a la vez, nos hace dar gracias por el don de la fe y de la pertenencia a la Iglesia, al mismo tiempo que nos estimula a cumplir el mandato del Señor: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 19-20).
Guillermo Juan Morado