Dios,
mío, Padre nuestro,
que
conoces el fondo de mi corazón:
a
Ti elevo mi oración.
Confío
en Ti, Dios mío.
Sé
que Tú eres quien cuida de mí,
quien
me protege y me guía.
Te
doy gracias, de todo corazón,
por
llamarme a la vida,
y
por cuidarme en cada momento.
Todo
lo que soy y tengo
lo
he recibido de tus manos.
Por
eso, desde lo más hondo de mi alma
quiero
decirte que te amo más que a mi vida.
Señor,
que tu Espíritu guíe mis pasos
para
que, en todo momento y lugar,
descubra
cómo he de actuar y cumpla tu voluntad.
Sé
Tú mi fuerza.
No
permitas que nada ni nadie me separe de Ti.
Que
en la debilidad te sienta cerca,
en
la tristeza sienta tu consuelo
y
que en la alegría te de gracias.
Padre
bueno todopoderoso:
líbrame
de todo mal,
dame
tu paz mientras viva en este mundo.
Y,
cuando se termine mi vida aquí,
concédeme
el regalo de vivir para siempre junto a Ti.
Te
lo pido a Ti, que me quieres sin medida
y
que lo puedes todo.
Amén.