viernes, 27 de abril de 2012

Desde lo hondo de mi alma


Dios, mío, Padre nuestro,
que conoces el fondo de mi corazón:
a Ti elevo mi oración.

Confío en Ti, Dios mío.
Sé que Tú eres quien cuida de mí,
quien me protege y me guía.

Te doy gracias, de todo corazón,
por llamarme a la vida,
y por cuidarme en cada momento.

Todo lo que soy y tengo
lo he recibido de tus manos.
Por eso, desde lo más hondo de mi alma
quiero decirte que te amo más que a mi vida.

Señor, que tu Espíritu guíe mis pasos
para que, en todo momento y lugar,
descubra cómo he de actuar y cumpla tu voluntad.
Sé Tú mi fuerza.
No permitas que nada ni nadie me separe de Ti.
Que en la debilidad te sienta cerca,
en la tristeza sienta tu consuelo
y que en la alegría te de gracias.

Padre bueno todopoderoso:
líbrame de todo mal,
dame tu paz mientras viva en este mundo.
Y, cuando se termine mi vida aquí,
concédeme el regalo de vivir para siempre junto a Ti.
Te lo pido a Ti, que me quieres sin medida
y que lo puedes todo.
Amén.