A San Esteban se le llama "Protomártir" , porque fue el primer Mártir de toda la historia católica. San Esteban era uno de los hombres de confianza de los Apóstoles.
Habló y defendió muy bien a Jesús, por lo que entre los judíos se generó cierto desconcierto. Debido a ello, la tradición señala que fue llevado ante el Tribunal Supremo de la Nación, el Sanedrín, para ser acusado con falsos testigos, los cuales argumentaron que Esteban afirmaba que Jesús iba a destruir el Templo y a acabar con las Leyes de Moisés.
Sin embargo, el Santo no se atemorizó, y por el contrario, pronunció un impresionante discurso, en el cual fue recordando toda la historia del pueblo de Israel (véase Hechos de los Apóstoles 7,1-53).
A través de él, exhortó a los judíos a rectificar, reprendiéndolos por haber llegado al extremo de no sólo no reconocer al Salvador, sino de haberlo crucificado, además.
Llenos de ira, éstos lo arrastraron fuera de la ciudad y lo apedrearon. Los que lo apedreaban, dejaron sus vestidos junto a un joven llamado Saulo, el futuro San Pablo que se convertirá por las oraciones de este Mártir, y que aprobaba aquel delito.
Mientras lo apedreaban, Esteban decía: "Señor Jesús, recibe mi espíritu". Y de rodillas expresaba con fuerte voz: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado". Diciendo esto, murió ( véase Hechos de los Apóstoles 7,59-60).
Los cristianos lo rescataron y dieron a su cuerpo digna sepultura.
Sin embargo, el Santo no se atemorizó, y por el contrario, pronunció un impresionante discurso, en el cual fue recordando toda la historia del pueblo de Israel (véase Hechos de los Apóstoles 7,1-53).
A través de él, exhortó a los judíos a rectificar, reprendiéndolos por haber llegado al extremo de no sólo no reconocer al Salvador, sino de haberlo crucificado, además.
Llenos de ira, éstos lo arrastraron fuera de la ciudad y lo apedrearon. Los que lo apedreaban, dejaron sus vestidos junto a un joven llamado Saulo, el futuro San Pablo que se convertirá por las oraciones de este Mártir, y que aprobaba aquel delito.
Mientras lo apedreaban, Esteban decía: "Señor Jesús, recibe mi espíritu". Y de rodillas expresaba con fuerte voz: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado". Diciendo esto, murió ( véase Hechos de los Apóstoles 7,59-60).
Los cristianos lo rescataron y dieron a su cuerpo digna sepultura.