"No creo en la Iglesia” es lo que mucha gente dice abiertamente. También muchos jóvenes lo dicen. Los últimos escándalos protagonizados por sacerdotes en Irlanda, Estados Unidos y Alemania han sido, para muchos, la confirmación de que la Iglesia Católica es una organización corrupta. El Vaticano, por la voz del Papa Benedicto XVI, ha condenado la pederastia y reconocido públicamente los casos que han sucedido en los últimos años de la primera década del siglo XXI. A través de un comunicado dirigido a los católicos de Irlanda, Benedicto XVI ha reconocido la actuación "insuficiente" del Vaticano hacia los casos de pederastia denunciados y reconoció que se trató de actos criminales que dañaron a las víctimas y han dañado la imagen de la Iglesia en el mundo; actos por los cuales los sacerdotes "deberán responder —dijo el Papa— ante Dios y los tribunales debidamente constituidos". El papa Benedicto XVI ha pedido perdón a las víctimas. De acuerdo a estudios de Philip Jenkins, profesor de Historia y Estudios Religiosos en la Universidad de Pensilvania, el 99,8% de los sacerdotes católicos nunca se han visto implicados en este tipo de comportamientos delictivos y no existe evidencia de que la pedofilia sea más común entre el clero católico, que entre los ministros protestantes, los líderes judíos, los médicos o miembros de cualquier otra institución en la que los adultos ocupen posiciones de autoridad sobre los niños. La mayoría de los casos se presentaron en seminarios sacerdotales, escuelas y orfanatos en donde niños y adolescentes estaban bajo el cuidado del clero. La publicación de numerosos escándalos creó una fuerte crítica hacia la jerarquía de la Iglesia, especialmente por la actitud que algunos obispos y superiores religiosos asumieron frente a las evidencias del hecho limitándose a llamados de atención privados y el traslado del infractor a otros sitios, mientras se guardó una indiferencia sistemática frente a las víctimas, lo que llevó a la conclusión de que los superiores de los infractores estaban encubriendo el crimen. Por otra parte, muchas denuncias fueron falsas, y aprovechadas por ciertos sectores contrarios a la Iglesia.
Según los estudios realizados el mayor número de abusos de niños y adolescentes suceden dentro de las propias familias y por familiares o amigos cercanos a la familia. ¿Crees que por ello hay que rechazar a la familia? ¿Es justo juzgar a todo un colectivo por lo que hacen varios miembros del mismo?
En los medios de comunicación aparecen diferentes noticias de delitos. Cuando es un miembro del clero siempre se cita este dato en la noticia. Sin embargo, esto no es así con otros colectivos. ¿Crees que a la Iglesia se le mira con una lente distinta que al resto de grupos?
Sin lugar a dudas, hay que denunciar y rechazar toda acción delictiva, la haga quien la haga. Es todavía más grave cuando el protagonista es una persona que ha de ser ejemplo de moralidad para los demás, como es el caso de los sacerdotes y Obispos. Y lo es más cuando quienes sobre los que se ejerce la violencia y la injusticia no tienen posibilidad de defenderse como son los niños o adolescentes. Jesús dijo que “quien escandalice a uno de estos pequeños, más le valdría atarse una piedra de molino y echarse al mar”. Pero la Iglesia, gracias a Dios, está compuesta por sacerdotes y laicos que viven conforme al Evangelio, a pesar de que no aparezcan en los medios de comunicación. Si ponemos en una balanza lo que hace la Iglesia, pesa mucho más el bien que hace que el mal de algunos de sus miembros. La misma Iglesia, en la actualidad, ha reconocido que no ha actuado bien y ha dado orden expresa a todos los Obispos para que sean intransigentes ante estas situaciones: quien cometa estos actos ha de ser puestos en manos de la justicia, según el Papa Benedicto XVI. Es el momento de rezar juntos pidiendo a Dios por todas la víctimas de estos sucesos tan terribles. También podemos pedir para que la Iglesia sea, cada vez más, fiel al Evangelio, siendo señal de la bondad de Dios.