lunes, 19 de octubre de 2020
miércoles, 10 de junio de 2020
Oración-Solo Tú
solo
quedas Tú.
Solo tu
Sueño me deja
abrir
los ojos,
solo tu
Mirada acaricia mi ser,
solo tu
Amor me deja sereno,
solo en
Ti mi debilidad descansa
y solo ante Ti la muerte se rinde.
Solo
Tú, mi roca y mi descanso.
Javi Montes, sj
martes, 26 de mayo de 2020
miércoles, 20 de mayo de 2020
La despedida
Pocas experiencias más duras
que la despedida a la persona querida que la muerte nos arranca para siempre.
Ya no podremos abrazarla, mirarla a los ojos, escuchar sus confidencias, hablar
con ella como en otros tiempos. Su habitación ha quedado vacía. Ya no está.
Nadie podrá llenar su ausencia.
En medio de la pena inmensa,
comienzan a surgir las preguntas: “¿Por
qué ha tenido que ser así?, ¿cómo puede Dios permitirlo?, ¿por qué nos ha
dejado solos?, ¿por qué ahora que tanto la necesitábamos?” Así sienten esposos,
amigos o cuantos pierden a un ser querido.
La muerte no ha logrado, sin
embargo, arrancar a esa persona de nuestro corazón. La seguimos queriendo.
Podemos recordarla, reavivar lo que hemos compartido y vivido juntos, lo que
nos ha querido comunicar a lo largo de los años. Tal vez no la hemos
comprendido del todo; sin duda, la podíamos haber querido más. No es el momento
de culpabilizarnos. Ahora nos queda el amor con que esa persona nos ha
acompañado durante su vida.
Tenemos mucho que agradecer. Esa persona,
con todas sus limitaciones y deficiencias, ha sido un regalo. Hemos disfrutado
de su presencia. Nuestra vida ha sido más dichosa gracias a su compañía y
amistad. Su partida no podrá nunca destruir lo vivido. La muerte le ha separado
de nosotros, pero la ha conducido hasta el misterio insondable de Dios. Allí
nos espera.
martes, 19 de mayo de 2020
sábado, 9 de mayo de 2020
miércoles, 6 de mayo de 2020
miércoles, 29 de abril de 2020
domingo, 26 de abril de 2020
viernes, 24 de abril de 2020
martes, 21 de abril de 2020
Fe cristiana
La fe
cristiana no garantiza que no nos desorientemos, ni que jamás experimentemos la
soledad, ni que nunca lleguemos a perdernos en el laberinto de la existencia.
De hecho a lo largo de nuestro peregrinar por este mundo acabamos con
frecuencia perdidos y necesitados de orientación. ¿Quién no ha precisado en
algún momento de su vida que le “echen un cable”, un hilo que le saque de las
dificultades, le reoriente y le permita volver de nuevo a casa?
Como advierte
Jesús a sus discípulos, “cuando oigáis
hablar de guerras y revoluciones, no tengáis pánico […] no se perderá ni un
pelo de vuestra cabeza”. Jesús nos asegura su presencia fiel, hasta el
extremo, hasta el más oscuro de los laberintos que es la muerte.
Jaime Tatay, SJ
domingo, 19 de abril de 2020
miércoles, 15 de abril de 2020
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