La
triple respuesta de Pedro a la
pregunta de Jesús, «me amas», «me quieres»,
«me amas más que éstos», puede ser un magnífico resumen de su vida. El «Señor, Tú sabes todo; tú sabes que te amo»
es una síntesis de la
trayectoria de aquél pescador que se convirtió en roca de la nueva comunidad de creyentes; de aquel Simón que
pasó a ser Pedro, piedra. En el corazón y en
los ojos de Pedro había
un
sincero «Señor, tú sabes que te amo» desde que se sintió
llamado por Jesús, desde que fue escogido
como el primero de los doce; cuando le confesó el primero como el Mesías Hijo de Dios, cuando ante el abandono de otros
discípulos
dijo
a su Señor esas maravillosas palabras: «¿A dónde vamos a ir? Tú sólo tienes palabras de vida eterna», cuando se negaba a que su maestro le lavase los pies... Y, de la misma forma, el «Señor, Tú sabes que te quiero» también estaba presente en sus «horas bajas», cuando discutía por los primeros puestos, cuando quería impedir que Jesús fuese a la pasión, cuando se consideraba superior a sus compañeros al
alardear: «Aunque los otros te abandonen,
yo nunca te abandonaré». Y, probablemente esa
frase estaba aún agazapada en su ser cuando negaba a Jesús cobardemente y,
posiblemente, es lo que reflejarían sus ojos cuando Jesús le miró después,
mientras aún cantaba el
gallo...
Por eso, ante la triple y delicada pregunta de Jesús, «me amas más que éstos», Pedro se permite
corregir esa pregunta de su maestro; ya no se compara con los otros y sólo puede decir,
desde la sinceridad y autenticidad de su corazón ya humilde: «Señor, Tú sabes todo. Tú sabes que te
quiero».