Nos pasa muchas veces lo que a aquel chico a quien
su padre pidió que moviera una maceta, que era evidentemente demasiado grande
para las fuerzas del pequeño.
Después de un buen rato de esfuerzos inútiles, el
niño, tristón y desanimado, fue a decir a su padre que no podía.
- ¿Pero has hecho todo lo posible?, preguntó el padre.
- Sí, contesto el chaval, bien seguro de haber
puesto todo de su parte–; y su padre le dijo:
- Te equivocas: ¡te ha faltado pedir ayuda a tu
padre!
Esta es la lógica de la vida cristiana: contar con
que habrá dificultades que exigen lucha y esfuerzo por nuestra parte, y
saber, al mismo tiempo, que siempre contamos con toda la ayuda de Dios
necesaria para vencer.
Es lo que San Agustín expresaba magistralmente con
esta fórmula infalible: “Haz lo que
puedas y pide lo que no puedas y Dios te dará para que puedas.”
Habrá dificultades que exigen lucha y esfuerzo por
nuestra parte, siempre contamos con toda la ayuda de Dios necesaria para vencer.