«El sentimiento
de culpa», escribió Benedicto XVI cuando él todavía era Cardenal Ratzinger
("Conciencia y verdad"), «remueve la falsa tranquilidad de conciencia
y puede ser llamado "protesta de la conciencia" contra mi existencia
auto-satisfecha. Es tan necesario para el hombre como el dolor físico, que
significa una alteración corporal del funcionamiento normal».