NO PORQUE LE VEA,
SI NO
PORQUE LE SIENTO
Me pasa
lo que al ciego.
El
ciego cree en el Sol,
no porque lo vea,
si no porque lo siente…
Me pasa
lo que a la madre, que espera un hijo.
Cree en
él, no porque le que vea ,
si no porque le siente.
Me pasa
lo que al sordo.
Cree en
la música, no porque la oiga,
si no porque la siente en los que bailan.
Me pasa
lo que al hombre aterido de frío.
Cree en
el frío, no porque lo vea, sino porque lo siente.
Me pasa
lo que al hambriento.
Cree en
el hambre, no porque la vea,
si no porque la siente.
Me pasa
lo que al corazón de una madre.
Cree en
el amor, no porque lo vea,
si no porque lo siente …
Me pasa
lo mismo con Dios.
Creo en
Dios, no porque le vea,
si no porque le siento…
Pero
para sentirle,
debo buscar el silencio y la quietud interior.
Necesito
la fuerza de Dios, su gracia,
su bendición y presencia, para que pueda
sentirle.
Sentir
a Dios en un don gratuito, inmerecido siempre,
es puro regado de Dios.
Sentir
a Dios es gozar de su presencia, de su
amor,
de su intimidad,
…ES ESTAR EN EL CIELO.
Porque
donde Dios está, allí está el cielo.