miércoles, 15 de enero de 2025

Cúmplase tu santa voluntad

¡Dios mío!:
te has llevado la persona
que más amaba en este mundo;
pero Tú lo has querido así,
cúmplase en todo tu santa voluntad.
El gran consuelo que me queda
es la esperanza de que le hayas recibido
en el seno de tu misericordia. Amén.

Oración por el padre fallecido

¡Oh Dios, padre nuestro!
Nos mandaste honrar
a nuestro padre y madre.
Por tu misericordia,
ten piedad de mi padre
y no recuerdes sus pecados.
Que yo pueda
encontrarme de nuevo con él en tu casa.
Si sus pecados le detienen
sin que haya ido todavía
a reunirse contigo,
yo te ofrezco por él
todas mis oraciones
y buenas obras.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

Te veremos

No sé cuando te veremos cara a cara,
pero quiero creer que estarás.
Y contigo, y conmigo,
quienes emprendieron el camino antes
y quienes lo recorran después.
Las heridas de hoy estarán curadas.
Las preguntas de ahora hallarán respuesta,
o acaso baste el silencio.
Será fértil la tierra de la bienaventuranza.
Será eterna la caricia, la justicia será plena.
Hasta que ese día llegue,
dame, Señor,
coraje para vivir, para amar, para arriesgar,
aunque a ratos duela.

Lo eterno


Pasarán los dramas que hoy parecen absolutos,
se apagarán los fuegos que arden en torno.
Las heridas en carne viva dejarán de escocer.
Pasarán los recuerdos que a ratos nos aprisionan,
los que nos alzan al cielo
y los que nos atan al suelo duro y frío.
Vendrá la calma
tras la tormenta
que a veces sacude nuestros cimientos.
Pasarán los momentos de dicha
que uno aferra con avidez.
También ellos se irán,
dejando en la memoria
gratitud difusa por esa posesión
que ya nadie podrá arrebatarnos.
Olvidaremos mil nombres.
Las urgencias de ahora serán humo,
desvanecido en el viento.
Pero seguirá Tu voz.
Y tu Evangelio.
Y la Historia de Amor que despliegas
en estas historias nuestras, tan humanas
y tan llenas de Ti.
Señor, no nos dejes olvidar tu Palabra,
que nos muestra la ruta hacia lo eterno.
(José María R. Olaizola, sj)

Mis ojos

Mis ojos, mis pobres ojos
que acaban de despertar
los hiciste para ver,
no sólo para llorar.

Haz que sepa adivinar
entre las sombras la luz,
que nunca me ciegue el mal
ni olvide que existes Tú.

Que, cuando llegue el dolor,
que yo sé que llegará,
no se me enturbie el amor,
ni se me nuble la paz.

Sostén ahora mi fe,
pues, cuando llegue a tu hogar,
con mis ojos te veré
y mi llanto cesará. Amén.

Himno de Laudes

Estás

¡Estás, Amor, estás!
¿Cómo he podido
dudar de tu existencia?
Dame fe para verte
cuando otra vez
parezca que no estás.

En el atardecer de mi vida

Dios mío, en el atardecer de mi vida,
quiero que me des fe suficiente
para ver que estas a mi lado.

Haz que los pecados de mi vida
no me hagan sufrir.
Te pido perdón por ellos.
Sé que tu bondad es más grande
que mi mediocridad.

Quiero que recuerdes
la fe que he tenido en Ti.
Sabes que te he amado.
Sabes que has sido la meta
con la que siempre he soñado.

Ahora que me veo sin fuerzas,
cercana ya la hora de mi muerte,
quiero sentirte más cerca de mí que nunca.

Estoy cansado de luchar
y la vida en este mundo ya me pesa demasiado.

Por eso, te pido,
con toda la fuerza de mi alma,
que te apiades de mí
y me concedas vivir a tu lado,
con todos aquellos que tanto quiero
y tanto me quieren.

Dios mío, en el atardecer de mi vida,
ven en mi auxilio, date prisa en socorrerme.

Te lo pido por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Alma cristiana

«Alma cristiana, al salir de este mundo, marcha en el nombre de Dios Padre Todopoderoso, que te creó, en el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que murió por ti, en el nombre del Espíritu Santo, que sobre ti descendió. Entra en el lugar de la paz y que tu morada esté junto a Dios en Sión, la ciudad santa, con Santa María Virgen, Madre de Dios, con san José y todos los ángeles y santos [...] Te entrego a Dios, y, como criatura suya, te pongo en sus manos, pues es tu Hacedor, que te formó del polvo de la tierra. Y al dejar esta vida, salgan a tu encuentro la Virgen María y todos los ángeles y santos [...] Que puedas contemplar cara a cara a tu Redentor»

(Rito de la Unción de Enfermos y de su cuidado pastoral, Orden de recomendación de moribundos, 146-147)