martes, 21 de abril de 2020

Fe cristiana


La fe cristiana no garantiza que no nos desorientemos, ni que jamás experimentemos la soledad, ni que nunca lleguemos a perdernos en el laberinto de la existencia. De hecho a lo largo de nuestro peregrinar por este mundo acabamos con frecuencia perdidos y necesitados de orientación. ¿Quién no ha precisado en algún momento de su vida que le “echen un cable”, un hilo que le saque de las dificultades, le reoriente y le permita volver de nuevo a casa?
Como advierte Jesús a sus discípulos, “cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no tengáis pánico […] no se perderá ni un pelo de vuestra cabeza”. Jesús nos asegura su presencia fiel, hasta el extremo, hasta el más oscuro de los laberintos que es la muerte.
Jaime Tatay, SJ