domingo, 8 de septiembre de 2019

Un millón de ranas


Muchos se angustian por problemas que, en su mayoría, nunca llegan a hacerse realidad.  Sufren con anticipación, pensando e imaginando cosas que pudieran suceder.  La mayoría de nuestras preocupaciones se deben a la falta de confianza en Dios.
El propietario de una gran finca le preguntó al dueño de un restaurante si querría un millón de ancas de rana.  El dueño del restaurante quedó asustado y quiso saber dónde pretendía conseguir tantas.  A lo que el propietario le respondió: “cerca de mi casa hay un pequeño lago que está invadido e infestado de esos bichos.  Son millares y hacen un barullo infernal, croando toda la noche.  ¡Me estoy volviendo loco!”
Quedó decidido, entonces, que el hombre le traería quinientas ranas por semana, durante algún tiempo.  En la primera semana, el hacendado volvió al restaurante un poco avergonzado, pues traía en sus manos solamente dos.  El comerciante le preguntó: “¿Dónde está mi pedido?”
A lo que el propietario le respondió: “Yo estaba totalmente engañado.  ¡Solo había dos pequeñas ranas en el lago!  Ellas son las únicas que hacían todo el barullo.”
La próxima vez que alguien te critique o se ría de ti, acuérdate de que no son miles de ranas las que hacen todo el barullo, sino apenas dos.  Mientras dos critican y ríen, cientos te apoyan y animan.
Acuérdate de que las angustias y los problemas parecen mayores en la oscuridad.  Hay una posibilidad muy grande de que, cuando llegue mañana y lo pienses mejor, el problema habrá disminuido su importancia o habrá desaparecido, quedando en su lugar un asunto de fácil solución.
Lo mejor es dejar las preocupaciones en las manos de Dios. Ten hoy un día feliz, sabiendo que Dios está en el control de tu vida.