lunes, 11 de abril de 2016

Darlo todo


Hace muchos años, cuando trabajaba como voluntario en un Hospital de Stanford, conocí a una niñita llamada Liz quien sufría de una extraña  enfermedad. Su única oportunidad de recuperarse aparentemente era una transfusión de sangre de su hermano de 5 años, quien había sobrevivido milagrosamente a la misma enfermedad y había desarrollado anticuerpos necesarios para combatir la enfermedad. El doctor explicó la situación al hermano de la niña, y  le pregunto si estaría dispuesto a dar su sangre a su hermana. Yo lo vi dudar por solo un momento antes de tomar un gran suspiro y decir: "sí, lo haré, si eso salva a Liz". Mientras la transfusión continuaba, él estaba acostado en una cama al  lado de la de su hermana, y sonriente mientras nosotros le asistíamos a él y a su hermana, viendo retornar el color a las mejillas de la niña. Entonces la cara del niño se puso pálida y su sonrisa desapareció. Él miro al doctor y le pregunto con voz temblorosa "¿A que hora empezaré a morirme?". Siendo solo un niño, no había comprendido al doctor; él pensaba que le daría toda su sangre a su hermana. Y aún así se la daba.  
DA TODO POR QUIEN AMES