martes, 19 de mayo de 2015

Vida espiritual



“Vida espiritual es poseer un alma que con mayor o menor pasión trate de vivir en contacto con el Señor y sepa apreciar las gracias y dones que este contacto le procura continuamente, para que su vida sea una perfecta imitación de la vida del Señor en este mundo.”

lunes, 4 de mayo de 2015

Teléfonos de emergencia



1.- Para tiempos difíciles de confesar tu fe en público: “Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos…” (Teléf. Mt 5, 11-12)
2.- Para tiempos de depresión espiritual y sicológica: “Mirad que las aves del cielo no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” (Teléf. Mt 7,26)
3.- Para tiempos de generosidad: “Alégrate, María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir un hijo… El Espíritu Santo te cubrirá con su sombra… He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu Palabra”. (Teléf. Lc 1, 28-38)
4.- Para tiempos de tristeza: “Ahora mi alma está turbada. Y ¿qué voy a decir? ¿Padre, líbrame de esta hora? Pero ¡si he llegado a esta hora para esto! Padre, glorifica tu nombre. Vino, entonces una voz del cielo: Lo he glorificado y de nuevo lo glorificaré”. (Teléf. Jn 12, 2728)
5.- Para tiempos de soledad: “No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero vosotros me veréis, porque yo vivo y también vosotros viviréis. Aquel día comprenderéis que yo estoy en el Padre y vosotros en mí y yo en vosotros.” (Teléf. Jn 14. 18-20)
6.- Para tiempos de exigencia: “La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y así seréis mis discípulos. Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros: permaneced en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor”. (Teléf. Jn 15. 8-10)
7.- Para tiempos de dudas de fe: “La paz a vosotros. Luego dice a Tomás: Acerca tu dedo y aquí tienes mis manos: trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente. Tomás le contestó: Señor mío, y Dios mío. Dícele Jesús: Has creído porque me has visto. Dichosos los que aún no viendo creen”. (Teléf. Jn 20. 26-29)